La redistribución del ingreso debería corresponderse con la redistribución del poder. En México la concentración de ambos es extrema, así como la marginación de las mayorías con respecto de las decisiones acerca de lo público. La interlocución entre gobernantes y gobernados, representantes y representados, es defectuosa, por no decir inexistente, no obstante que quienes detentan cargos periódicamente “informan” a los ciudadanos en actos meramente propagandísticos en los cuales no hay ningún diálogo efectivo. No sólo esto, también habría que poner en marcha mecanismos de participación directa de la población en los asuntos atingentes, dotándolos incluso de capacidad de decisión con respecto al manejo de los recursos respectivos.
Vuelta a la cuestión social
Nuestra sociedad es radicalmente injusta e inaceptablemente racista. Desmontar la maquinaria de dominación construida desde hace siglos constituye una tarea mayúscula.
Ciudad de México /