Ciudad de México /
Carlos Tello logra que uno pueda leer esta historia como lo haría con una novela de suspenso, sin demeritar con ello el exhaustivo trabajo de investigación y documentación que la sustenta. Lo digo porque los libros de historia son, a veces, como esos eruditos geniales, que dan una conferencia magistral en un tono monocorde que nos manda al mundo de la ensoñación. Se pierde la importancia de lo que están diciendo por el modo en como lo dicen.