Ciudad de México /
Estas décadas sí produjeron cambios. Jamás antes una elección estadunidense había sido vivida como propia por los mexicanos como en 2016. Era claro para los mexicanos que no presenciaban los acontecimientos como observadores externos. Era casi anómalo que no pudiéramos votar en una elección en la cual nuestro futuro estaba en juego. La apuesta mexicana al sueño norteamericano, que hizo obsoleto al nacionalismo revolucionario, nos deja en una inédita situación. Literalmente no podemos creerlo. Pero haríamos bien en hacerlo, porque estamos próximos a despertar.
JOS