Ciudad de México /
Más allá de su posible éxito o fracaso como candidato presidencial, Donald Trump nos permite aplicar un poco de perspectiva histórica al predecible ritual de la campaña presidencial en Estados Unidos. Para ponerlo en otras palabras: no podemos dar cuenta del escandaloso progreso de la candidatura de Trump solamente como una novedad en la política norteamericana, sino como un fenómeno con raíces más profundas y potencialidades más siniestras de lo que nos gustaría admitir.