La ciudad de México era una constante confrontación de atuendos y harapos, de abundancia y miseria. Hacia 1750 ya había 84 templos, siete hospitales, nueve colegios, cerca de 50 mil criollos, alrededor de 40 mil mestizos, mulatos y negros. Además de sus moradores diariamente arribaban a ella hombres y mujeres del campo para buscar trabajo o bien unirse a las filas de los mendigos pedigüeños, o lo más inmediato: vagar por la ciudad. Estos problemas sociales fueron creciendo a la par con el dibujo urbano. Mientras que la mendicidad se soportaba y aun se permitía para dar limosna y, remediar en algo, culpas mundanas, el acecho del vago era repudiado, pues estaba considerado por gran parte de la sociedad como la semilla del vicio y del ocio que daba lugar a gran parte de los delitos sufridos durante el virreinato.
Lee el texto completo aquí.
AFC