Ciudad de México /
Ante el reacomodo geopolítico, científico y tecnológico que está viviendo el mundo, México está enteramente desarmado. La lentitud del proceso civilizatorio, junto con la riqueza fácil que nos proveyó el petróleo, impidieron que, al día de hoy, estemos preparados para sumarnos a este proceso que definirá para las siguientes décadas los nuevos centros de poder que concentrarán aún más la riqueza y el conocimiento de la humanidad. Es cierto: el futuro de un país no está atado a leyes inexorables. La historia, más bien, es una caja de sorpresas.