Con diablitos, en bolsas negras, transparentes, a mano y hasta en cajas, la basura sale de la sede del PRI nacional. Son papeles triturados, carpetas, engargolados, sobres, tarjetas y fólders que provienen de la oficina de la presidencia nacional y la adjunta, donde trabajó el equipo de asesores de Manlio Fabio Beltrones.
“Estamos haciendo esto desde la mañana, ¡y mira!, no acabamos”, comenta un empleado a otro mientras aplasta papeles dentro la bolsa que le tocó. Es natural, necesita más espacio para todo lo que falta sacar en las labores de limpieza que corresponden al piso dos del edificio principal.
Es inminente. Se van. Apenas habían pasado 15 horas de la renuncia pública del presidente del partido y su equipo ya está haciendo maletas.
Las escenas son diversas: desde asesores que entran y salen —solos o en grupo— a la que ya no será su oficina, hasta aquellos que se fueron con retratos y cuadros de pared apilados en brazos. “Ya sabes que estas despedidas son de equipaje ligero”, dice alguien por ahí.
En los diablitos azules con base de madera caben hasta tres bolsas repletas de basura. En una de ellas se mira el logotipo tricolor, que también fue triturado y se encuentra hecho jirones entre los pedazos de papel que siguen saliendo para llegar a su destino final: los contenedores que se encuentran en el patio de la sede nacional.
La oficina de Beltrones —quien al parecer ha sido el presidente más breve del partido, con apenas 10 meses— está sombría. Quizás sea por la decoración color café y por sus luces amarillas, donde destacan tres secretarios que permanecen en la entrada más dos guardias de traje oscuro, quienes custodian todo ingreso que conduce a la dirección tricolor. Por allí entran y salen senadores y políticos priistas, igual que algunas cajas de cartón que llegan desarmadas para rato después salir ocupadas.
“Él (Manlio) no se encuentra, pero déjeme sus datos. Le pido por favor aguarde en la oficina de prensa por si puede recibirla para la entrevista que solicita”, dice uno de los secretarios. Y mientras espero dos pisos abajo los comentarios de los empleados narran la incertidumbre por la que atraviesan.
“Es que sabemos quién se va, pero no quién llega. No sabemos si es alguien mejor o alguien peor. Habrá que ver si seguimos aquí en el futuro o si nos dejan sin trabajo”.
“Todos los cambios son para bien”, responde uno. “Pues sí, pero quien llegue traerá su gente y habrá que ver si eso implica un recorte de personal para nosotros. No tengo duda, nos faltó unidad”, contesta otro.
Y mientras hacen maletas en silencio y con buena cara, el mundo virtual hace ruido desde los portales de noticias y las cuentas de Twitter, donde Carolina Monroy —quien para aquella hora aún era la secretaria nacional priista— ha ocupado la mañana repartiendo felicitaciones de cumpleaños.
La sala de prensa está vacía y en las paredes todavía lucen algunas fotografías de Beltrones y otras del presidente Peña Nieto. Tres reporteros aburridos buscan la nota, pero ésta llegaría en forma de comunicado pasadas las seis de la tarde. La renuncia de Manlio Fabio fue con carácter de irrevocable y la presidencia tricolor queda a cargo de Monroy, quien podría ser o no ratificada en el Consejo Político Nacional, que deberá ser convocado en los próximos 60 días.
