El sabio Darwin estaba perplejo, nos cuenta Endersby, por tres misterios de sus plantas preferidas, las orquídeas. El primero era que muchas especies de orquídeas no producían néctar. El líquido azucarado de las flores es clave para la reproducción de las plantas, pues atrae a los insectos que las polinizan. ¿Cómo hacían las orquídeas para reproducirse sin néctar? El segundo acertijo era: ¿Por qué las flores de algunas orquídeas se asemejaban a insectos? La tercera interrogante estaba relacionada con la anterior: ¿Por qué las abejas “atacaban” a las flores de una especie de orquídea británica en particular? El naturalista nunca logró encontrar las respuestas a estas interrogantes. Sin embargo, sus trabajos echaron a andar la imaginación popular y ésta, a la larga, posibilitó que los científicos en el siglo XX elucidaran los misterios de las orquídeas.
JOS