Ante la escasez de cubrebocas registrada en farmacias establecidas por las compras desesperadas de muchas personas al confirmarse la llegada del covid-19 a México, comerciantes informales en búsqueda de ingresos, han comenzado a venderlos como parte de un proceso de supervivencia ante la drástica baja en sus ventas.
En un recorrido hecho por Notivox por distintos puntos de la Ciudad de México, se pudo constatar que muchos de estos vendedores informales que antes de la pandemia vendían otro tipo de productos, desde ropa hasta accesorios electrónicos, ahora han cambiado su mercancía por gel antibacterial y cubrebocas.
El fenómeno se ha replicado también al interior del país en lugares tan distantes entre sí como Yucatán, Tabasco, Hidalgo y Tamaulipas.
Todos los comerciantes entrevistados por Notivox ofertaban dos tipos de cubrebocas: la mascarilla simple ampliamente difundida y un barbijo hecho con licra que aseguran está fabricado para poder ser lavado (con agua y jabón) y rehusado por quien decida comprarlo.
"Son así como de tela que es lavable cuestan veinte pesos o estos desechables a diez pesos que traen tres (piezas de cubrebocas sencillos)", dice Leonardo, un comerciante que antes de la pandemia vendía calcetas frente al Hospital General de México “Dr. Eduardo Liceaga”.
Los cubrebocas de licra ofertados en distintos puntos de la capital, también tienen la particularidad de venir en presentaciones con diseños mucho más llamativos que el sobrio azul cielo de los barbijos convencionales.
Personajes de caricaturas, colores fluorescentes, diseños floreados o incluso uno que asemeja una tétrica sonrisa cuando se coloca sobre la boca, son parte del catálogo ofertado por comerciantes informales.
Antes de confirmarse la presencia del nuevo coronavuris en la Ciudad de México, Manuel vendía películas pirata y todo tipo de accesorios electrónicos desde audífonos, cargadores e incluso pequeñas bocinas bluetooth en las inmediaciones de la avenida Cuauhtémoc.
Ahora tiene que completar sus ventas ofertando gel antibacterial y cubrebocas. Para lo que incluso ha dispuesto un par de maniquís de unicel para que sirvan como modelos de dos de los diseños más solicitados por los clientes...uno negro y otro más cursi relleno de corazones rojos.
Amalia es una mujer de la tercera edad que oferta cacahuates, golosinas y cigarrillos a todos los que esperan noticias de sus familiares a las afueras del área de urgencias del Hospital General.
Ella como muchos de los comerciantes informales vive al día y si un día no sale a vender sus productos a la calle, no tiene ingresos con que comer, vestir o pagar un techo.
Para Amalia fue una sorpresa lo que ha desencadenado el covid-19 y las peticiones del gobierno para que la población se quede en casa el mayor tiempo posible, pues eso ha mermado sus ingresos. Por eso decidió también vender cubrebocas.
"No, pos no sabíamos nada ya hasta el último. De hecho, ahorita le estoy echando la mano aquí al patrón porque ¿sino qué? Nosotros le llamamos como quien dice toreando esto, porque nos dejan. Hasta eso nos dan permiso porque está duro esto y ni modo qué vamos a hacer", dice un tanto preocupada por lo que pueda suceder en el futuro.

MUCHOS NO CREEN EN EL VIRUS
En medio de la emergencia sanitaria por el covid-19, que incluye una invitación a la población para permanecer aislada en la comodidad de sus hogares para evitar la propagación del virus, no todos los que tienen que salir a la calle por una razón u otra portan cubrebocas.
Ya sea al subir al trasporte público o simplemente al caminar por zonas concurridas muchas personas han decidido no utilizar cubrebocas, a pesar de que expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) han recomendado priorizar su uso en condiciones de aglomeración como transporte público (incluyendo Metro, Metrobús y camiones) mercados, supermercados, filas y tiendas diversas.
Da igual si han salido a trabajar o por provisiones, algunos de los que no portan cubrebocas se ven obligados por las circunstancias, luego de no lograr conseguir alguno por la escasez persistente en farmacias de la capital y otros simplemente porque no lo creen necesario o peor aún, porque piensan que la amenaza del virus no es real.
Este último es el caso de Raúl, entrevistado en un recorrido por el Paradero Chapultepec donde en un día común confluyen miles de personas en los siete andenes donde ofrecen su servicio hasta 34 rutas que van principalmente a la zona oriente de la zona metropolitana.
"Yo te puedo decir para mí eso no existe. La verdad, seamos sinceros. O sí existe, pero no, o sea...así en lo personal, ¿cómo te diré? Yo la verdad no creo en eso. Entonces yo a la gente la veo normal", dice muy seguro de sus creencias.