Los niños y niñas que nacieron y viven en las cárceles, quienes por ley deberán abandonar y ser separados de sus madres a los cinco años de edad para ir a vivir con algún familiar o ser amparados por el Sistema DIF, a su corta edad se enfrentarán a la inserción en ámbitos desconocidos y de alto riesgo que no les garantiza un futuro libre de violencia.
Son las víctimas de las aberraciones en el sistema de justicia penal. Viven hacinados en pequeñas celdas de centros penitenciarios de la entidad, donde comparten espacio hasta con seis reclusas, además de su madre, bajo las estrictas normas internas y a un largo plazo enfrentarán desórdenes emocionales.
En el Estado de México funcionan 22 prisiones, donde se permite a las reclusas vivir junto a sus hijos hasta los cinco años de edad, algo con lo que no todos los expertos en infancia están de acuerdo, pues después de que la cárcel ha sido el hogar de los niños, cuando cumplen 5 años deben enfrentarse a una nueva realidad, abandonar la prisión, su hogar, y a su madre.
El legislador de Morena Faustino de la Cruz pone el dedo en la llaga: “Además de estar privados de su libertad (al igual que sus madres), son vulnerados en sus derechos más básicos como una sana alimentación, educación formal, esparcimiento, atención a su salud, todos ellos factores fundamentales para su desarrollo”.
Y describe: “Viven hacinados en pequeñas celdas de centros penitenciarios de la entidad, donde comparten espacio con varias reclusas, además de su madre, donde enfrentan violencia, cateos y drogas. Aún no hay consenso sobre la edad óptima en la que un menor debe ser separado de su madre, ya que la separación de un menor de sus padres es algo excepcional, con consecuencias que podrían derivar en desórdenes emocionales y refleja el descuido gubernamental”.
Considera el legislador que cada caso debe valorarse a profundidad para decidir cuándo causa Incongruencia. En el Estado de México funcionan 22 prisiones, donde se permite a las reclusas vivir junto a sus hijos hasta que cumplan cinco años y después deben enfrentarse a una difícil realidad menos afectación a la niña o niño la separación y garantizar el lugar donde se le integrará, pues en la mayoría de los casos, las familias que deciden aceptarlo viven en pobreza, violencia intrafamiliar y un ambiente social de alto riesgo.
El abandono del hogar
Advierte Faustino de la Cruz que el marco jurídico nacional y local no brinda seguridad jurídica ni a los menores ni a las madres, respecto de la edad en que las hijas e hijos deben abandonar los centros penitenciarios, ni en qué forma lo harán. Las madres en prisión, sin embargo, creen que esta alternativa es mejor que la de entregar a sus hijos a algún familiar o servicio de acogida, porque no tienen otra alternativa, dice.
Para el legislador el debate está abierto entre aquellos que consideran que los niños criados en un ambiente carcelario pueden resultar perjudicados para siempre y los que calculan que este tipo de prácticas permiten al niño desarrollar un apego psicológico de vital importancia.
Según estadísticas oficiales del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) en el 2016, había 32 niños, pero el número prácticamente se duplicó en los últimos años, es decir, en las prisiones del estado viven actualmente con sus madres 60 niños menores de cinco años de edad, de acuerdo con datos de la Secretaría de Seguridad del Estado de México.
Después de cumplida esa edad, al menos en el estado, deben enfrentarse a una nueva realidad, abandonar la prisión y a su madre y el ambiente común de la prisión: violencia, acota el legislador Faustino de la Cruz. Y advierte que una de esas consecuencias es la situación que viven día con día los niños de madres que están encerradas. Niños que despiertan con sus madres, pero aislados de la sociedad. Su desarrollo es diferente, y la brusca separación que tienen de sus madres es, también, causante de discriminación a esos menores ya estigmatizados por la sociedad.
La transgresión
Los ingresos de mujeres por delitos perpetrados a los penales estatales de mayor a menor son: lesiones, homicidio, robo simple, fraude, posesión de narcóticos con fines de comercio o suministro, robo a negocio y violencia familiar, se lee en el documento denominado Estadísticas sobre el sistema penitenciario estatal en México, elaborado por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI).
Y agrega: “Aunque las mujeres son minoría en la cadena delictiva, la población femenina ingresada y encarcelada constituye un fenómeno que ha ido en aumento, especialmente con delitos que atentan contra el patrimonio y destaca este delito que no siempre ha predominado entre ellas, antes se les ligaba con infanticidios y fraticidio”. El documento de análisis y estadística muestra que el número de mujeres en los reclusorios va en aumento y cometen delitos por necesidad económica, por amor y por miedo.
MMCF