Tenía 17 años cuando comenzó a ejercer su labor como maestra, abriéndose a esa oportunidad en una comunidad muy cercana al estado de Durango, donde además de enseñar, también intervino como enfermera y apoyo para los habitantes del lugar.
María Guadalupe Cristina Escalante García, quien por 56 años ha brindado su corazón y aportando lo mejor de si, para quienes son el futuro del país.
Esta convencida que los tiempos han cambiado y que todo maestro debe adaptarse a las nuevas herramientas de enseñanza, sobre todo en medio de una pandemia, donde la tecnología juega un papel vital, sumado al apoyo que brinden los padres de familia.
"Es un reto que nos obliga a superarnos y a salir adelante; creo que hemos pasado una de las etapas más difíciles que como maestros hemos enfrentado, pero también vemos nuestro mayor deseo, creo que en un alto porcentaje es regresar a las aulas y de tener ese contacto con los niños, e irnos actualizando porque eso es sumamente básico para poder seguir formando a nuestros alumnos, la vida avanza; la vida no se queda atrás, y uno como docente tiene que ir también haciéndose, reprogramándose , y adecuando lo que le sirvió del ayer para ponerlo al servicio del hoy, que le sirva a ellos para un futuro. Creo que tenemos ese debe de actualizarnos", dijo.
Nuestra entrevistada, actualmente es directora en la Escuela Primaria "Nicolás Bravo", del turno matutino de Tampico, y ejerce la asignatura de Historia en la secundaria 2, "20 de noviembre", de Ciudad Madero.

Aseveró que todo niño y todo adolescente, tienen también sus propios embates, por lo que necesitan de atención, apoyo, comprensión y amor; por lo tanto merecen maestras y maestros con vocación, no por profesión.
Que es lo que precisamente vivió cuando estuvo en el ejido La Casita del municipio de Mezquital, ubicado en la Sierra Madre Occidental que atraviesa el Estado de Durango, donde dijo que tuvo la fortuna de fundar una escuela dentro de esta zona rural.
"Iba como maestra, enfermera, asesora y todo lo implica una comunidad que no tenía escuela; uno se convierte en todo, con gran responsabilidad, porque esperan de uno todas las respuestas a sus dudas. Yo tenía 17 años e iba saliendo de la Normal, y de la noche a la mañana me vi en esa situación, porque la gente no solo confiaba a sus hijos, sino que ellos mismos necesitaban de una. Trabaje sola en la escuela comunitaria", aseguró.
Luego fue enviada a otra comunidad en Aldama, al ejido llamado El nacimiento, lo que le permitía cercanía con Tampico de dónde es originaria.
"Yo por siempre no quise hacer otra cosa más que lo que soy, hasta el día del hoy y creo que si es cierto que es por vocación, por esa satisfacción; es mi mayor orgullo y lo será por siempre", afirmó.
Indicó que todos desde sus propias vías juegan un papel importante, cada maestra y maestro en la vida de cada estudiante, que enfrenta problemas emocionales, acoso escolar, acoso sexual, incluso los delitos cibernéticos, que necesitan ser escuchados, sobre todo amor, apoyo y consejo.
SJHN