En plena área covid-19, Omar Antonio, encargado de manejar y distribuir los alimentos, lanza la clásica frase “lleve sus ricos y deliciosos tamales oaxaqueños” o “ya les traje las carnitas o tacos de suadero”, con el fin de alegrar y animar a los enfermos.
En el Hospital General de Zona (HGZ) 29 Belisario Domínguez, en la Ciudad de México, Omarcito, como lo llaman, suelta un repertorio de ocurrencias “con tal de que se rían” los pacientes internados.
Acompañado de sus compañeros y en época decembrina, comenzó a regalar aguinaldos a pacientes con covid-19. Su labor de estimular a la población hospitalizada, cuya motivación recae en el amor hacia su profesión, como en el hecho de que en el mes de junio se contagió de coronavirus y tuvo que ser intubado. Omar se convirtió en un sobreviviente, por lo que decidió ser más empático con los pacientes que están en tratamiento o recuperación del virus.
Omar Antonio tiene diez meses trabajando como manejador de alimentos en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Su labor no se limita a entregar las bandejas, sino también, a preguntar sobre el estado de salud de los pacientes, así como a sondear el estado de los alimentos, al mismo tiempo que platica con ellos.
“Yo siempre llego gritando ‘lleve sus ricos y deliciosos tamales oaxaqueños’ o ‘ya les traje las carnitas o tacos de suadero’, les digo cualquier ocurrencia con tal de que se rían”, comentó Omarcito” como le dicen de cariño.
Para sus colegas y directivos, Omar es un ejemplo de seguir para muchos otros trabajadores de la salud, ya que siempre busca regalar instantes de felicidad para hacer más llevadera la estancia en el hospital.
En el Día de los Fieles Difuntos, con previa consulta a los médicos tratantes, les obsequiaron un dulce. “Ellos estaban felices y nos regalaban una sonrisa al ver que llegábamos con las bolsitas y les decía: Te traje tu calaverita, mi amor, en el caso de las mujeres, y a los varones les digo: príncipes”, agregó Omar.
Recientemente y con el apoyo de sus compañeros tanto de nutrición y dietética como de otros servicios del hospital, pudieron preparar más de cien aguinaldos, los cuales se repartieron a pacientes internados por covid-19, los atendidos en urgencias, medicina interna, cirugía general y diálisis.
“Son aguinaldos pensados tanto para los pacientes que tienen alguna enfermedad crónico degenerativa como los que no. (…) “El motivo por el que se están entregando los aguinaldos es para alegrar el día a los pacientes, creemos que esta pandemia se combate por medio de actitud. Si nosotros la tenemos y llegamos a contagiar a nuestros pacientes podemos erradicar este virus.
“Debemos hacer más conciencia. No saben lo difícil que es enterarse que la gente se muere, verlos llorar al terminar de hacer sus videollamadas y que sufran; y a pesar de eso le echan ganas, pero en ocasiones el virus es más fuerte”, lamentó.
Del mismo modo, Omar hizo un llamado a portar el cubrebocas, lavarse las manos y usar alcohol gel. Resaltó que el personal médico se encuentra cansado, pues “no le vemos fin a esta pandemia”, por lo que pidió atenderse en caso de presentar síntomas. “Tomen medidas de prevención y de salud. Hagamos conciencia”, concluyó.
Para animarlos hasta matrimonio les pido
En el camino, alguno pacientes, solo desean amor, relata Omar a MILENIO. “Le pregunté, 'oye, mi amor ¿Quieres algo? ¿Te traigo algo?' Me dice 'sí, un buen amor'. Ella tenía 97, casi 100 años, de hecho, le faltaba su dentadura. Entonces '¿Quieres un buen amor?' Le digo, 'no esperes más, aquí estoy yo'.
“Me dijo, 'seguro eres casado'. No, para nada mi vida, y ahí los enfermeros la animaron a que aceptara porque le iba a dar de comer rico y a consentirla. Ella duró tres semanas en área covid, se recuperó y antes de que saliera vi a afuera a su hija y le digo '¿Tú eres la hija?' Me dijo sí y me presenté: 'mucho gusto, yo soy tu padrastro, llevo semanas de novio con tu mamá'”.
Es fecha que la familia agradece a Omar las atenciones otorgadas a su madre y abuela, porque logró superar en plena soledad una enfermedad altamente peligrosa. Salió con tremenda sonrisa por tanta ocurrencia de su cocinero.
Pero no siempre, recuerda Omar, logra ver salir al paciente del brazo de sus familias.
Ahí, en ese mismo piso, una mujer de 50 años solo deseaba una sandía. "'Omar me siento muy mal, creo que lo mejor es que me despida de ti'. '¡No mi amor!, no pienses eso', le respondí”.
”Yo no puedo tocar a los pacientes; sin embargo, desde pie de cama siempre les toco sus piecitos, pero la paciente insistía: 'Omar, se me antoja una sandía”.
Entonces bajó a la cocina, picó su sandía, le quitó la semilla y regresó para darle la porción autorizada por los médicos. “Ella ya no podía hablar. Se comió su sandia, me hace levanto el dedo de aceptación. Vi en ella una expresión que jamás había visto, como de satisfacción. Al otro día llego a laborar y me mencionan que ella ya había fallecido y sus últimas palabras fueron 'que rica sandia'”. Sus hijas, después, me comentaron que estaban agradecidas por haberle hecho menos pesada la enfermedad a su madre.
Omarcito, como lo llaman, también consiste a los pacientes varones.
“'¿Qué pasó príncipe? ¿Cómo estás?' Yo soy Omar Camacho, del departamento de nutrición y voy a estar contigo, ¿Qué te gusta comer?, cuéntame, eres hipertenso. A lado de él había otro varón y se hicieron muy amigos de cuarto, entonces, cada vez que oían las ruedas de mi carrito, ellos mismos empezaban a gritar “ya llegaron las carnitas, o los tamales oaxaqueños”.
Luego los dieron de alta y sus familias llegaron a comunicarse con él. “¿Qué le hiciste a mi esposo?, me dice su esposa, es otro, muy amoroso. ¿Qué sucede adentro de esta área?”.
Incluso, uno de esos pacientes “me habló y me dijo: Omar te amo. No soy gay, pero gracias a que me diste valor salí adelante”.
Omar, también víctima de covid
Omar también tuvo covid. Llegó a saturar 60 por ciento de oxígeno en sangre. Fue intubado durante 9 días y un mes estuvo internado.
“Yo me acuerdo que estaba en mi casa, en mi cama acostado, y de repente abro los ojos y digo, dónde estoy, no es el techo de mi cuarto, volteo a ver a las personas que estaban a mis costados, algunas intubadas, otra conscientes. Veo sus caras, y me dicen sorprendidos, '¡Despertaste!'”.
Sobrevivió pero quedó con secuelas, desde hace un mes tiene diabetes, pero eso no lo desanima. Agradece ser un sobreviviente que presta sus servicios con un toque de picardía y ecos navideños. Obsequia a sus pacientes aguinaldos, dulces que representan alegría.
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