El volcán Popocatépetl presenta un cráter interno de un diámetro de entre 360 y 390 metros y una profundidad de hasta 170 metros, el cual, se encuentra azolvado por tefra, es decir, por fragmentos sólidos de material volcánico expulsado a través de la columna eruptiva arrojado durante las erupciones volcánicas.
Personal del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) e investigadores de Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), realizaron un sobrevuelo con apoyo de la Guardia Nacional, para analizar las condiciones del cráter.
“Se realizó con apoyo de la Guardia Nacional, personal experto del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México y el Centro Nacional de Prevención de Desastres, un sobrevuelo al volcán Popocatépetl para verificar sus condiciones generales. Se visualizó que el cráter interno mantiene un diámetro de 360 a 390 metros y la profundidad aproximada es de 120 a 170 metros, el cual está azolvado por tefra”, destaca el reporte del Cenapred.
La tefra volcánica se compone por una extensa variedad de partículas de roca volcánica, incluyendo cristales de distintos minerales, rocas y piedra pómez, entre otras partículas y materiales volcánicos. El material se compone por fragmentos de roca ígnea volcánica solidificados en algún momento de la erupción, más frecuentemente durante su recorrido aéreo.
El organismo dependiente de la Coordinación Nacional de Protección Civil (CNPC) dio a conocer que la actividad registrada por el Popocatépetl se encuentra dentro de los parámetros de la Alerta Amarillo Fase 2.
Los escenarios previstos para esta fase, de acuerdo con los especialistas del organismo científico, contemplan que continúe la actividad explosiva de escala baja a intermedia, lluvias de ceniza leves a moderadas en poblaciones cercanas, posibilidad de flujos piroclásticos y flujos de lodo de corto alcance.
El grupo de científicos que forma parte del centro de investigación exhortó a la población a no acercarse al volcán y sobre todo al cráter, por el peligro que implica la caída de fragmentos balísticos; mientras que en caso de lluvias fuertes recomienda alejarse de los fondos de barrancas por el peligro de flujos de lodo y escombro.
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