En un espacio de dos cuartos de aproximadamente 10 por 15 metros se encierra toda una historia en el ya casi olvidado oficio de reparación de calzado.
El icónico lugar conocido como La Oscaria, localizado por la ya histórica y comercial avenida Madero, guarda toda una tradición familiar.
“El taller tiene 72 años, es una tradición, lo inició mi abuelo, luego siguieron mi padre y una de sus hermanas, después ella falleció y ya cuando él murió yo me hice cargo del taller, aunque desde antes yo venía a ayudarle”, cuenta Ricardo de la Torre, propietario, quien ya es la tercera generación que desarrolla este oficio.
Al entrar a La Oscaria se percibe el olor a cuero, el cual te remonta a esos años en donde más que comprar un par de zapatos buscabas a los zapateros de barrio, esos artesanos que inspiraban confianza solo de ver su taller y a quienes no dudabas en dejarle ese calzado a reparar, desde unos ya gastados huaraches hasta ese par que se utilizaba solo en fiestas.
“Mi padre me enseñó la tradición, porque yo no conocí a mi abuelo. Yo venía a ayudarle a mi papá desde joven, poco a poco me fui involucrando en todo el trabajo de la reparación de calzado”.
Dentro de sus gratos recuerdos que lo llenan de orgullo están los clientes que llegan a Monterrey desde otras ciudades, pues no confían en zapateros de otro lugar, sin importar que se les acumulen hasta tres pares de zapatos sin usar.
La Oscaria fue de las primeras en la ciudad en comercializar artículos de piel, como bolsas, cintos y chamarras, entre otros objetos.