En América Latina y el Caribe al menos 43.2 millones de personas sufren de hambruna, esto como consecuencia del impacto de la pandemia de la Covid-19, la crisis climática y la guerra en Ucrania, así como la desaceleración económica, el aumento de la inflación alimentaria y la desigualdad de ingresos.
Esto de acuerdo con el informe del Panorama Regional de seguridad alimentaria y la nutrición presentado por la Organización Mundial de la Salud.
Durante la presentación del informe esta mañana, Mario Lubetkin, subdirector general y representante regional de la FAO para América Latina y el Caribe, precisó que el hambre continúa afectando la prevalencia de la inseguridad alimentaria y sigue siendo grave, ya que afecta principalmente a las mujeres y personas de zonas rurales.
Asimismo, informó que si bien hay una reducción de 2.4 millones de personas durante 2022 en comparación con 2021, las cifras siguen siendo superiores a las que había antes de la pandemia, lo cual significa que en promedio una de cada cinco personas no pueden acceder a una alimentación positiva o saludable.
De acuerdo con el informe, la prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave en la región fue superior a la estimación mundial, ya que en efecto, en 2022, el 37.5 por ciento de la población de la región se vio afectada, en contraste con el 29.6 por ciento a nivel mundial.
Sin embargo, en la región se observó una reducción en esta condición en comparación al año anterior, mientras que a nivel global se mantuvo constante.
También en 2022, 247.8 millones de personas en la región experimentaron inseguridad alimentaria moderada o grave, lo que equivale a una disminución de 16.5 millones con respecto a 202.
Asimismo, las cifras estimadas para 2022 indican que 159 millones de personas en Sudamérica, 61.9 millones en Mesoamérica y 26.9 millones en el Caribe sufrieron inseguridad alimentaria moderada o grave.

Al respecto, el costo promedio de una dieta saludable a nivel mundial en 2021 fue de 3.66 dólares de paridad de poder adquisitivo por persona al día, y América Latina y el Caribe fue la región que presentó el costo más alto de una dieta saludable, alcanzando 4.08 dólares PPA en 2021; y entre 2020 y 2021, el costo de una dieta saludable aumentó en un 5.3 por ciento en la región.
Frente a esto, Lola Castro, directora regional del Programa Mundial de Alimentos, enfatizó que es necesario generar políticas y programas que apoyen a los más afectados por la inseguridad alimentaria, tomando en cuenta la importancia de incluir la perspectiva de género, al ser las mujeres, las más afectadas por este tipo de problemas.
También lamentó que actualmente hay una conexión crítica entre los sistemas alimentarios y de protección social, por lo cual es muy importante utilizar instancias de coordinación independientes, lo cual asegura es clave para alinear sus estrategias y mecanismos de manera coordinada.
En el informe también se habló sobre el retraso en el crecimiento de niñas y niños menores de 5 años, ya que en 2022, el retraso del crecimiento afectó al 22.3 por ciento de los menores de 5 años a nivel mundial; mientras que en América Latina y el Caribe, la prevalencia fue del 11.5 por ciento, significativamente inferior a la estimación mundial.
Pero, a pesar de las notables reducciones de la prevalencia en la región, la disminución se ha desacelerado, ya que entre 2000 y 2022, la prevalencia del retraso del crecimiento en la región disminuyó en 6.3 puntos porcentuales; sin embargo, en el período entre 2012 y 2022, la reducción fue de solo 1.2 puntos porcentuales.
EMG