Desde hace tres años, Guillermina Gómez sufre violencia por parte de su expareja sentimental en Puerto Vallarta. Ha presentado tres denuncias penales y cuenta con varias órdenes de protección emitidas por el Centro de Justicia para las Mujeres, la última fue dictada el pasado 16 de enero.
Sin embargo, el caso no avanza. El Ministerio Público quiere que Guillermina traslade a los testigos para proceder en contra de Rogelio Carrillo Gómez, a pesar de que la violencia en su contra ha escalado.
Relata que, en una ocasión, “me dio un botellazo en la nuca y quieren que me fije quien me vio y después yo llevarlo, eso es imposible, yo lo que les he dicho es por qué no van ellos a la casa e investigan alrededor de la casa; todos mis vecinos se han dado cuenta de todo lo que él ha ido a hacer”
Guillermina confió que vive con miedo y piensa que tal vez un día no despertará: “Tengo mucho acoso, tengo miedo todos los días, él me sale en la esquina de mi casa, debajo de mi casa, me acosa en mi trabajo, acosa a mi familia, a mis hijos y es un acoso de todos los días. He tenido golpes en la calle, robos, botellazos, me ha perseguido con navaja, palos, lo que se imagine”.
Entre lágrimas, señaló que su agresor “pide que yo regrese con él, que solamente le dé una oportunidad de volver aclarar cosas, y que le dé una oportunidad, eso es lo que él quiere, y pues a partir de que puse las denuncias esto se ha vuelto más y más grande”.
Una vez, -recordó- “me agarró a pedradas en la calle, me apedreó el brazo y quebró los vidrios de la casa. Yo llevaba los testigos (al Ministerio Público) y no me recibieron (...) Hablé e hicimos una cita, pero ya no me quiso recibir porque le había salido otro compromiso”. La mujer le ha llevado fotos y tiene cinco mil reportes al número de emergencias 911, “y no me hacen caso”, denunció.
Guillermina y Rogelio se divorciaron desde hace tres años. No procrearon hijos. Ella desde hace 10 años da masajes terapéuticos en un reconocido hotel de la ciudad portuaria. Tiene 39 años de edad y dos hijos: una adolescente de 16 años y un joven de 21 años.
A mi hija, dijo, la ha perseguido e intentado subir a su coche. “Hice la ampliación de la denuncia. En cada nuevo hecho me hacen hacer otra denuncia lo cual atrasa todo, porque de esa denuncia se tiene que hacer un dictamen psicológico, el cual tarda meses en que te lo hagan, y todo se atrasa”, exclamó desesperada.
La semana pasada, Rogelio aventó un bote con gasolina al cuarto que renta. “Explotó tan horrible que los tanques de gas de la señora salieron volando, y yo dije, me va a correr. Y no lo ha hecho, gracias a Dios”.
Esta situación ha provocado que Guillermina no pueda hacer su vida con normalidad. “No salgo prácticamente a ningún lado, no salgo sola, mi familia siempre me está acompañando, tengo que estar pagando taxi todos los días a donde vaya”, dijo.
Guillermina solo pide que la autoridad actúe: “Yo no puedo dormir, porque todos los días estoy esperando a ver qué va a aventar, digo si ya se atrevió a echar gasolina, ya se atrevió a ir a echar balazos fuera de mi casa, ahí está la pared con el hoyo, llevo más de dos años sin dormir bien”.
La policía ha detenido en cinco ocasiones a Rogelio, sin embargo, es liberado. Acusó que cada vez que pide ayuda al número 911 llegan una hora después o ni siquiera se presentan, “tengo miedo”, expresó una y otra vez.
SRN