A las 19:00 horas comenzaba la misa en la parroquia María Reina del Rosario, de la colonia El Rosario, en Guadalajara, cuando súbitamente el sacerdote dejó de predicar tras escucharse 14 balazos.
Una vez que cesaron las detonaciones, los fieles salieron de la iglesia para ver qué había pasado. Una mujer observó a un hombre tirado en el piso, boca abajo, en medio de un charco de sangre, a pocos metros de un árbol, y frente a unos baños públicos.
La dama narró que al ver al sujeto agonizar se hincó a un costado de su cabeza y le susurró al oído una oración, mientras el sacerdote le untaba el aceite de los santos óleos.
La víctima aún respiraba; la sangre le brotaba a chorros por la boca, los oídos y por la herida que le dejó la bala que penetró su cráneo, instantes después el hombre respiró por última vez.
Policías de Guadalajara llegaron al lugar, ubicado en la intersección de las calles Santos Degollado y Río Armería, entre Río Zula y Río Hondo.
Aldo Mojardín Díaz, comisario regional de la Policía de Guadalajara comentó que “se le aprecian a través de la ropa varios impactos, se pide la intervención del puesto de socorros para que intervengan, arriban los paramédicos y nos hacen mención que las heridas que presentan son incompatibles con la vida”.
Los oficiales acordonaron la escena del crimen, pues quedaron esparcidos sobre la calle Santos Degollado, 14 casquillos calibre 9 milímetros.
El occiso fue descrito como un hombre de complexión robusta, cabello quebrado y tez morena, vestía un chaleco azul y pantalón de mezclilla.
Los mirones señalaron que antes de que interviniera la policía, a un costado del cadáver había una bicicleta roja de rodado pequeño, misma que fue hurtada por un hombre que pasó caminando por el lugar.
Se sabe que los agresores fueron dos sujetos que escaparon corriendo del lugar.
El cuerpo fue llevado a la morgue de la ciudad, donde permanece en calidad de desconocido.
GPE