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En México, la prensa se blinda en coberturas de riesgo

Por moda o por protección, el casco y la máscara antigás son herramientas de reporteros y fotógrafos desde los conflictos de Oaxaca y Atenco en 2006.

Un casco y una máscara antigás son parte del nuevo equipo que la prensa nacional e internacional utiliza como parte de sus herramientas cotidianas para realizar coberturas especiales en conflictos civiles, enfrentamientos con la policía, marchas y manifestaciones masivas. Desde hace más de seis años tomaron esta decisión ante la necesidad de protegerse y reducir riesgos físicos en su trabajo.

Artículo 19 (una organización internacional que defiende el derecho a la libertad de expresión), contabilizó en 2013 un total de 42 periodistas agredidos en marchas y protestas sociales por parte de policías y funcionarios públicos, quienes argumentaron haber actuado contra ellos por no estar debidamente acreditados.[OBJECT]

"Ahora tienes que traer máscara antigás y casco para protegerte la cabeza", dice Antonio Nava, fotógrafo corresponsal de la agencia Prensa Internacional. Abre la mochila que carga en su espalda y saca un casco dorado similar al que usan los soldados. Lo pone en su cabeza y explica: "Te protege la cabeza, es de kevlar y lo usan los militares. Pesa poco menos de un kilo, lo compré en Estados Unidos. A mí ya me golpearon durante la cobertura de un disturbio y me arrojaron algo al ojo. Me caí, perdí el equilibrio y el 75 por ciento de la vista. Me dieron siete puntadas", cuenta. El kevlar es un material más resistente que el acero y se usa en la fabricación de cascos para soldado y chalecos antibalas, entre otros artículos, pero no es infalible. "Te protege de todo: menos de una bala", asegura.

Casco y máscara implican en promedio una inversión de tres mil a siete mil pesos, y la mayor parte de las veces su costo es sufragado por los propios periodistas, pues son pocas las empresas de comunicación (diarios, agencias informativas, canales de televisión) que costean esta compra. El caso de los periodistas independientes es otro: deben asumir tal gasto.

El uso de este equipo inició como una elección personal tras la muerte del corresponsal estadunidense Brad Will en 2006, durante el conflicto magisterial en Oaxaca. Al principio pareció una exageración, pero más adelante su uso se hizo costumbre en otros enfrentamientos, como el del primero de diciembre de 2012 en la Cámara de Diputados, cuando manifestantes chocaron con la policía previo a la toma de protesta del presidente Peña Nieto. Y el 10 de junio de 2013, en la marcha anual para conmemorar el "halconazo" de 1971.

"En la Cámara de Diputados nos reportaron seis periodistas agredidos y dos detenidos", explica Lucía Vergara, encargada del área de prensa en Artículo 19. "El 10 de junio fue más grave porque civiles encapuchados, aparentemente anarquistas, agredieron a fotoperiodistas y camarógrafos de varios medios, incluido Notivox y Excélsior. Marco Ugarte, de la agencia AP, fue agredido con un martillo en la cabeza y estuvo a un milímetro de perder el ojo. Luis Castillo, del Reforma, tuvo fractura de costillas porque lo patearon. Después de esa fecha, a todos les cayó el veinte de que era necesario protegernos durante las coberturas".

En 2014 la organización contabilizó 65 agresiones en marchas, 26 de las cuales ocurrieron el 20 de noviembre, durante las movilizaciones relacionadas con Ayotzinapa. Otras 28 ocurrieron el primero de diciembre contra reporteros y defensores de derechos humanos.

Para 2015 los incidentes no han sido graves. En la marcha del 2 de octubre, si bien no se registraron agresiones físicas contra ningún reportero, durante el enfrentamiento de anarquistas con policías federales en el Zócalo capitalino se dañó el equipo de una fotógrafa. Los datos más recientes de la organización Artículo 19 señalan que la agresión más común a los periodistas, "es de tipo físico o material".

PESO CONTRA SEGURIDAD

Cargar casco y máscara se volvió cotidiano en el gremio periodístico. Fotógrafos, camarógrafos de televisión y operadores de transmisión de señal en vivo, suelen llevar el casco colgado a la cintura, traerlo puesto o guardado en la mochila que llevan en la espalda. Pesa en promedio tres kilos y aunque puede convertirse en un estorbo al caminar o correr, en realidad es una protección. Por eso cuando se encuentran durante sus coberturas, aprovechan para mostrar sus nuevas adquisiciones e intercambiar experiencias. "Se siente bien... Está muy pesado... Muy apretado... ¿Cuánto aguanta, es resistente?", platican.

El Círculo es la tienda más socorrida para adquirirlo. Ubicada en la calle de Bolívar del Centro Histórico, su mejor producto es la mascarilla de cara completa marca 3M que protege contra objetos lanzados y que además, garantiza la respiración "contra partículas, vapores orgánicos, cloro, ácido clorhídrico, floruro de hidrógeno, dióxido de azufre, amoniaco, metilaminas, formaldehido y radionucléidos", indica la caja.

Cuesta dos mil 500 pesos y quienes la han usado dicen que funcionó en los incendios que causó la Coordinadora Estatal de Maestros en Chilpancingo y en los enfrentamientos de ésta organización con la Policía Federal en el Distrito Federal, cuando las bombas molotov fueron contrarrestadas con polvo químico de extintores.

Los cascos son otro tema. Su variedad y costo va de los 400 hasta los mil 200 pesos. Los venden como tipo kevlar, pero en realidad son de fibra de vidrio, policarbonato o baquelita. Los vendedores (en la calle de Moneda) refieren que son resistentes y duraderos, tanto, que los usan los paramédicos de Cruz Roja, policías y militares que resguardan el Palacio Nacional. Paradójicamente, en temporadas de grandes marchas las tiendas incrementan los precios de estos productos.

"Mi casco es aerosoft: te protege la nuca y aparte tiene soporte y rieles para una cámara go-cam. Y en este lado va la máscara de gas", dice Abdel Inza, de la agencia Xinhua. "Uso este equipo desde los enfrentamientos en Oaxaca; el casco que traigo es nuevo porque los otros ya están rayados por varias piedras que me cayeron".

Alfredo Estrella trabaja para la agencia France Press y se protege desde 2006, tras la entrada de la policía federal en San Salvador Atenco. "En nuestra oficina a todos nos compraron cascos y máscaras, nos vemos como exagerados llevando esto, pero cuando hay golpes y lo tienes puesto sabes que no es una exageración. Mi máscara es plana, me permite encuadrar y hacer fotos; no es cómodo, pero es preferible eso a que se te vaya la foto o a salir lastimado con consecuencias graves".

Las tiendas no tienen cifras de cuántas máscaras y cascos ha vendido exclusivamente a la prensa. Y Artículo 19 no tiene datos de cuántos periodistas están equipados y cuántos no. Pero con base en los reportes de agresiones que ha recibido, llevó a cabo una campaña de reflexión y capacitación para saber cómo protegerse y qué hacer en marchas o conflictos.

Como prevención, recomendó el uso de equipo de seguridad. "Los medios y agencias de información extranjeras fueron sensibles al tema, asumieron los costos y protegieron a su gente. Los medios nacionales son más reacios, subestiman la situación y, en caso de agresión, han responsabilizado a sus propios empleados. No miden la tensión que hay en una marcha o si el policía no quiere que un reportero documente lo que estaba ocurriendo en ese momento. Solo les dicen tú te metiste a los golpes, no tuviste cuidado", explica Lucía Vergara.

Durante un enfrentamiento, sugieren no quedarse en medio de manifestantes y policías; e incluso usar telefoto para registrar los hechos a distancia. "Sirve más un periodista activo que aquel detenido, golpeado o que tiene su equipo destrozado", recomendó. "La autoridad también es responsable por no garantizar condiciones de seguridad en las marchas. No se trata de que los policías no entren, sino que carecen de protocolos de actuación, lo que desemboca en acciones de todos contra todos", precisó.

A LA ANTIGÜITA

Pese a todo ello, hay reporteros y fotoperiodistas que en marchas y conflictos prefieren otro tipo de protección.

Octavio Hoyos, foto reportero en Notivox Diario, con más de 10 años de experiencia en el medio periodístico, explica su postura. "Es difícil saber si un evento se puede tornar violento; por eso lo ideal es mantenerse seguro sin dejar de lado el trabajo que estamos realizando. Hoy, la mayoría usa casco en eventos que pueden volverse violentos, muy pocos usan máscara antigas porque no son nada cómodas. El uso del casco me parece útil, pero más importante es el sentido común al momento de tomar decisiones y fotografías. Los riesgos existen, pero tenemos que estar atentos a ellos para no asumir riesgos innecesarios que den como resultado fotos malas". Por si las dudas, dice, usa casco de bicicleta en marchas de alto riesgo.

Javier Ríos, quien lleva 15 años en el medio, resume así su postura. "Soy de la vieja escuela porque así aprendí a trabajar, con viejos fotógrafos que nunca usaban nada. Usar equipo de seguridad no es mi estilo, me siento incómodo, más bien me parece que se ha vuelto una moda el usar casco y máscara. ¿A quién le gusta salir madreado en un conflicto? A nadie. Pero si estás cubriendo una madriza es lógico que exista el riesgo de que en algún momento puedas salir lastimado, por mucho que te cuides. Y si te va a tocar, pues con todo y equipo te tocará. Por eso la única protección que manejo es mi intuición periodística".

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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