Encerrados en casa escuchando noticias, algunas que predicen tragedias griegas para México por la tormenta perfecta: la inseguridad, la disminución del precio del petróleo, el coronavirus, la devaluación del peso y la terrible bajada de la Bolsa Mexicana de Valores. No negamos la realidad de ninguno de estos hechos. Ya propusimos unas primeras reflexiones sobre posibles elementos de un plan de choque anticrisis para México, que no sabemos si será enviado al cubo de basura de los informes de noticias del gobierno federal.
Nuestra intención aquí es diferente: ver, dentro de los escasos márgenes que tiene el gobierno estatal -que tampoco son tan pequeños-, cómo puede Guanajuato disminuir las afectaciones que la 4T y las incidencias internacionales tendrán sobre México. Es más, quizá pecando de ingenuos, estimamos que Guanajuato goza de muchos factores para lograr una espiral positiva de crecimiento económico y bienestar, en medio de la nueva recesión en puerta (en al menos -0.2% la ha valorado Barclays Bank).
Guanajuato debe partir de la base de que ninguna ayuda le vendrá del gobierno federal; más bien quizá lo opuesto. Ya lo vimos en seguridad y en la reducción ilegal de las participaciones federales hacia Guanajuato. Pero el estado puede obtener todavía operaciones de sumas positivas entre sus diferentes agentes económicos y sociales. El primero de ellos es la localización geográfica estratégica como plataforma de exportación hacia Estados Unidos. Otro es su relativa diversificación de su economía y su grado de inversión extranjera: sector automotriz, calzado, agroindustria, metalmecánico, turismo, sector inmobiliario y un sector comercial ampliamente desarrollado.
Otra ventaja ha sido la continuidad en sus políticas gubernamentales estatales, que han permitido que por décadas Guanajuato creciera a ritmos del 5% anual, a lo que habría que añadir su ímpetu empresarial; un desarrollo urbanístico equilibrado; un buen sistema sanitario. No cabe dejar de señalar cómo sus debilidades, su floja política social (el 44% de los guanajuatenses según cifras del CONEVAL 2018 viven en situaciones de pobreza); su extrema desigualdad económica; la ausencia de una política educativa de calidad internacional y de apuesta por la investigación y desarrollo, que son las que a largo plazo generan la competitividad de las economías; su frágil sociedad civil y su maldad extrema: el azote de la inseguridad -a la que hay que añadir las calamidades de la 4T-.
El gobierno del estado ha manejado sus cifras macroeconómicas de manera estable, lo que se refleja en su calificación crediticia. ¿Qué puede hacer Guanajuato ahora que muchos nos encontramos encerrados por la pandemia de la 4T? A grandes males, grandes remedios.
Guanajuato puede desarrollar políticas neokeynesianas de gasto público en infraestructura, teniendo relativa certeza de que con ello el ciclo de la economía va a volver a regenerarse, como señala Vittorio Mathieu en su libro Filosofía del dinero. Depende, en buena medida, de en qué se emplee ese dinero, y que se hagan las modificaciones políticas y sociales para que se logre un circuito de prosperidad.
El estado debería apostar por un ambicioso New Green Deal, como el que sugiere Jeremy Rifkin en su reciente libro El Green New Deal Global. Las energías fósiles dentro de unos años constituirán un activo deteriorado; las energías verdes, por el contrario, son el futuro, una nueva forma de captar inversiones extranjeras o de organismos multilaterales y de generación de nuevos empleos, y donde la Federación no tiene la última palabra; esto, junto con un reenfoque de la política social y la política de PYMES lograría darle un nuevo rostro a Guanajuato, independientemente o a pesar de lo que hagan AMLO y la 4T. Un New Deal Verde impulsado desde el gobierno estatal podría ser la solución.
* Profesor Investigador de la Facultad de Negocios de la Universidad DeLaSalle Bajío