Menciona Luis María Caballero que Fukuyama desarrolla una teoría que sostiene que en las sociedades que él llama “familiaristas” (cita entre ellas a China, a Francia y a Italia) “… el camino primordial hacia la sociabilidad reside en la familia…”, y afirma también que “las sociedades familiaristas suelen contar con asociaciones voluntarias débiles debido a que no tienen ninguna base para confiar los unos en los otros”.
De esta elaboración intelectual deduce que en las naciones “familiaristas” resulta mucho más difícil el florecimiento de grandes empresas. Si bien del modo en que Fukuyama plantea los hechos podría interpretarse que este tipo de sociedades tienen una desventaja a la hora de emprender respecto de las que no son familiaristas, una interpretación más profunda podría llegar a la conclusión opuesta.
Una sociedad en la que las reglas de juego no están claras, o en la que el Estado no se ha hecho a sí mismo confiable, es un obstáculo para quien quiere desarrollar un negocio, y a causa de ello, naturalmente, capital y trabajo habrán de replegarse en el ámbito familiar para lograr seguridad, puesto que la familia es “donde el hombre se relaciona con sus iguales más próximos, donde sus relaciones no son primariamente interesadas, porque están imbuidas, naturalmente, de atención y amor”.
Por el contrario, en una sociedad donde el marco jurídico y político son claros y tienden al bien común, el ser “familiarista” será un beneficio, pues no significa renunciar al ámbito de confianza propio de la familia sino que permitirá ampliar ese círculo de confianza. De este modo, el hecho de ser “familiarista”, lejos de ser perjudicial, se convertiría para los países de la región hispanoamericana en una clara ventaja si lograra establecer un marco de confianza básico entre el Estado y el sector privado, la empresa.
No parece superfluo expresar que sería incorrecto pretender agotar el papel de la empresa en la mera producción de bienes o servicios. No puede considerarse tampoco que la empresa posea como único fin el de ganar dinero. Por el contrario, sin lugar a dudas la empresa posee un papel muy importante en la construcción de la sociedad. “Cuando se confunde el simple enriquecimiento con la economía, se trastoca también el orden de los subsistemas sociales.
Fácilmente se corrompe el derecho y la política, persiguiendo intereses individualistas… En cambio, el sistema social cumple su función cuando la economía queda subordinada al derecho y a la política, y éstos, a su vez, quedan dirigidos por la ética”. Pese a lo que podría parecer a simple vista, la confianza es especialmente imprescindible en las actuales sociedades, cada vez más tecnificadas. Fukuyama desarrolla una teoría que sostiene que en las sociedades que él llama “familiaristas” (cita entre ellas a China, a Francia y a Italia, pero podemos incluir en esta categoría también a muchas de las naciones de América Latina) “… el camino primordial (y a menudo único) hacia la sociabilidad reside en la familia…”, y afirma también que “las sociedades familiaristas suelen contar con asociaciones voluntarias débiles debido a que no tienen ninguna base para confiar los unos en los otros”.
De esta elaboración intelectual deduce que en las naciones “familiaristas” resulta mucho más difícil el florecimiento de grandes empresas. Si bien del modo en que Fukuyama plantea los hechos podría interpretarse que este tipo de sociedades tienen una desventaja a la hora de emprender respecto de las que no son familiaristas, una interpretación más profunda podría llegar a la conclusión opuesta. Una sociedad en la que las reglas de juego no están claras, o en la que el Estado no se ha hecho a sí mismo confiable, es un obstáculo para quien quiere desarrollar un negocio, y a causa de ello, naturalmente, capital y trabajo habrán dereplegarse en el ámbito familiar para lograr seguridad, puesto que la familia es “donde el hombre se relaciona con sus iguales más próximos, donde sus relaciones no son primariamente interesadas, porque están imbuidas, naturalmente, de atención y amor”.
* Profesor Investigador de la Facultad de Negocios de la Universidad DeLaSalle Bajío