No parecen buenas las señales que los dos principales partidos de oposición han dado a la opinión pública después de su derrota del pasado 2 de junio.
En un comunicado después de la reunión de su Consejo Nacional, el PAN señaló que ha perdido votos desde 2003, y que la mayor reducción se dio entre 2006 y 2012. Con lo que la actual dirigencia quiere librarse de toda responsabilidad, y achaca las culpas a su villano interno favorito, Felipe Calderón.
Si el declive empezó hace más de 20 años, y continúa, sin que la actual dirigencia pueda revertirlo ¿anuncia el PAN su gradual pero segura desaparición? ¿No ven los dirigentes actuales forma de revertir esta tendencia?
Culpan no solo al pasado, sino al hecho de que se trató de una elección de Estado. En lo que tienen razón. Pero los panistas, aparentemente al menos, hicieron muy poco para revertirla. ¿Cuántas veces la denunciaron? ¿Qué narrativa pusieron en marcha para tratar de detenerla? Muy poco, casi nada. Pocos líderes panistas la denunciaron.
El PRI fue todavía menos creativo. Culpó de su derrota al “neoliberalismo”. Una crítica tardía, pues lo que se entiende con ese término empezó en ese partido desde diciembre de 1982, con el gobierno de Miguel de la Madrid.
La palabra neoliberalismo es un adjetivo con el que se trata de descalificar a los adversarios. Pero en general el contenido de esta descalificación es débil o hueco. ¿Qué es lo distinto del neoliberalismo y dónde funciona? ¿Qué propone en concreto el PRI para superarlo? No parece haber respuestas.
Preocupa la falta de autocrítica de ambas organizaciones. O su poca capacidad de análisis de la coyuntura política que vive el país. O que han estado demasiado centrados en sus propios intereses, y han dejado de lado el interés público.
Quizá la respuesta está en una frase propia de nuestra clase política: “si no suena lógico, suena metálico”. ¿Por qué habrían de preocuparse los dirigentes de estos dos partidos, si vivirán “la condición natural del ser humano” (López Portillo dixit): ser senadores?
Ambos partidos tienen capital político e intelectual para dar mejores respuestas. Estamos a la espera de que lo hagan.