La revocación de mandato permite enfrentar uno de los males del presidencialismo que el politólogo de Yale, Juan Linz, identificaba hace ya más de dos décadas, ya que en un sistema presidencial a diferencia de un primer ministro en el parlamentarismo, no puede ser removido, salvo por causa grave, de su mandato, hasta que su periodo concluya, por tanto, muchos países tenemos que sufrir los estragos de gobiernos desastrosos sin contar con instrumentos para solucionarlo, sin vulnerar lo dispuesto en la Constitución.
Por tal motivo, resulta positivo contar con este instrumento de participación y empoderamiento ciudadano.
Sin embargo, en últimas fechas la materialización de este instrumento que debía activarse el presente año, se ha puesto en duda, debido a la falta de acuerdos en la legislación secundaria entre las bancadas de MORENA y sus aliados, así como de los partidos de oposición como el PAN, PRI, PRD y Movimiento Ciudadano.
El quid del asunto es el sentido de la pregunta, sobre lo cual sin duda mucho tiene que discutirse y puede generar sesgos en el sentido de los votos.
Por ende, MORENA empuja por plantearla en sentido positivo y la oposición señala que, al ser una revocación de mandato, debe ser redactada en sentido negativo, señalando si se está de acuerdo o no en revocar el mandado que el Presidente ha recibido.
Obviamente ambos lados tienen intereses y argumentos, sin embargo, lo más importante de este proceso deliberativo es que al final si pueda llevarse a cabo la consulta de revocación de mandato, independientemente de la pregunta, que como ciudadanos esperamos sea lo más neutral posible, pero que nos permita decidir si el Presidente continúa al frente del Poder Ejecutivo hasta el 2024.
Por ello, no está de más la invitación a pensar primero en los derechos de los ciudadanos.
En política en ocasiones es necesario ceder un poco para llegar a acuerdos y hacer que las cosas se materialicen, porque el escenario más grave sería que no se pudiera hacer la consulta por falta de acuerdos.
@victorsanval