Si se tuviera que evaluar de forma objetiva el desempeño de Hugo López Gatell como responsable de enfrentar la pandemia en México, habría en realidad muy pocos puntos a su favor, quizá se destacaría su capacidad de transmitir ideas al inicio de la pandemia o un proceso de vacunación efectivo que ha avanzado a buen ritmo, aunque él no sea responsable directo de esto último, pero fuera de eso, hay mucho que se le puede objetar y reprochar.
Por ejemplo, se empecinó en no detectar casos de COVID-19 en aeropuertos y puntos de entrada, para evitar contagios, optando por un modelo centinela, que el tiempo demostró que no sirvió para nada, se negó también a la aplicación masiva de pruebas de detección, lo cual pudo haber salvado vidas.
Peor aún, fue la negativa durante meses a recomendar el uso generalizado de cubrebocas, arguyendo que no había evidencia científica que lo respaldara, a pesar de que en esos momentos se generaba un buen cúmulo de evidencia en favor de las mascarillas y que, de nueva cuenta, de usarse hubieran salvado vidas.
Hizo una estimación inicial de 6 mil muertes, después la cambió a 35,000, con un escenario catastrófico posible que ubicó en las 60,000 muertes, cuando actualmente la cantidad de muertos por la pandemia se ubica en 299 mil personas, es decir 49 veces más que la estimación inicial o 4.9 veces más que el escenario catastrófico.
Ahora López Gatell encabeza una lucha para evitar vacunar a los niños menores de 15 años, arguyendo que la Organización Mundial de la Salud no lo recomienda, a pesar de que hay muchos países que ya casi vacunan a todos sus niños, porque con la aparición de nuevas variantes no podemos correr el riesgo de que las vidas de los menores peligren.
Gatell se ha equivocado una y otra vez, sus decisiones han costado vidas y resulta inexplicable que aún se mantengan como responsable de la estrategia gubernamental, cuando es un hecho que pasará a la historia como un funcionario ineficiente e irresponsable.
@victorsanval
