El partidazo de la final del Campeonato Mundial de Qatar y su transmisión, con el triunfo de Lionel Messi y Argentina sobre Francia, con la relevancia de su estrella Kylian Mbappé, posiblemente -no tengo el dato- sea el programa más visto de los medios de comunicación e información en los últimos tiempos de nuestra época contemporánea, a nivel mundial.
Hablar del rosarino Messi es tocar la esencia del futbol. Dando las gracias a Dios, a La Virgen y a La Vida (según mi creencia, señalada por José Ortega y Gasset, y que me acompaña, existencialmente), considero que el escritor e historiador uruguayo Eduardo Galeano, creador, entre varias de sus obras de Las venas abiertas de América Latina, que es actualmente y entre paréntesis el gran clásico a leer para conocer y entender la historia contemporánea de Latinoamérica, quien resume y señala, también de la mejor manera, el fenómeno mundial del mejor futbolista en estos momentos en todos los estadios y canchas de futbol, a nivel internacional.
Dice Galeano: “Messi es el único futbolista que me hace soñar y amar. Y que lleva el balón 'dentro del pie'. Messi es el mejor del mundo porque sigue jugando como de niño en su barrio”, (Galeano, Eduardo Germán María Huges, Futbol a Sol y Sombra, Montevideo, 1971).
Y terminamos con la referencia de Rafael Ocampo en Notivox Puebla: “Y es el Mundial que corona como el mejor jugador de la historia a Lionel Messi. Tanto se decía que lo único que le faltaba a este fenomenal jugador para ser definido como tal es que ganara un mundial y Messi lo hizo de una forma inimaginada”.
Y con las reflexiones del propio Lionel: “¿Qué va a haber después de ésto? Quería cerrar mi carrera con esto. Ya no puedo pedir nada (...) Sabía que Dios me la iba a regalar y no sé por qué presentía que iba a ser ésta (...) Tantas veces lo soñé, tanto lo deseaba que aún no caigo, no lo puedo creer”, (Lionel Messi, jugador de Argentina).
Víctor Bacre Parra