La Secretaría de Bienestar confirmó por qué podría ser considerada como la secretaría de malestar.
Adolescentes con comorbilidad, para primeras y segundas dosis, personas mayores de 18 años primeras dosis y personas mayores de 18 años pendientes de segundas dosis de Pfizer y Astra Zeneca de Torreón, Matamoros, Viesca y Parras, fueron convocadas en una sola sede: el Hospital General de Torreón, en modo peatonal y vehicular.
Era el último día para aplicar el biológico del esquema de vacunación y aquello fue insuficiente para dar atención a los cientos de interesados de inocularse ante el COVID19.
Es que dejan todo para después, recriminaron algunos que hacían fila para sacar copia o impresión del documento que olvidaron; no, este desorden ha sido durante todos estos días que programaron la aplicación, remató otro.
Por cierto, admirable la atención y servicio de las jóvenes bajo el toldo de "Se imprimen registros", una cortesía fina, una paciencia para escuchar la larga explicación del por qué no traían el documento de la primera aplicación y pedir ayuda "hable a su casa, que se la manden por whats y aquí se la imprimo, no se preocupe" ¡Wow!
De las y los servidores de la nación no se puede contar lo mismo.
El cansancio, quizá; el poco personal, probablemente; el desinterés, puede ser, fue lo que dejaron ver cuando alguien osaba en acercarse para pedir alguna aclaración de su peculiar organización.
La fila daba vuelta al perímetro de ciudad universitaria, sin contar con los bribones que llegaron directo a meter la trompa del carro para meterse y agandallar lugar.
Eso en el largo peregrinar vehicular, el peatonal era más intenso.
Entre el tiempo de espera, lo extendida que se hizo la cola y lo despoblado del sitio, a la hora de cumplir con las necesidades fisiológicas, no hubo de otra que irse detrás de los huizaches. Así nomás.
Incluso, los agentes viales al ver aquello y a solicitud de los interesados les pidieron que hicieran paro en la vigilancia.
Eso fue de índole anecdótico, lo que sí se puso delicado fueron las situaciones de salud que ahí se registraron, como el desvanecimiento de uno de los jóvenes con comorbilidades que no soportó el tiempo de espera ni los intensos rayos de sol.
Fueron las mismas personas de la fila, las que auxiliaron al chico, porque de los servidores de la nación o personas de salud del Hospital General ni sus luces.
De todo eso fui testigo junto a mi Robert una persona con autismo, que esperamos poco más de 4 horas para su segunda dosis.
¿Población prioritaria? Solo de membrete.
La espera era pareja para todas las personas sin importar la condición, incluso aquellas con comorbilidad consideradas en situación de vulnerabilidad: las personas con discapacidad.
¡Un verdadero suplicio!
Cuando se veía la luz al final del camino, justo dos turnos antes, todo se detuvo ¿la razón? "Se acabó la Pfizer y se va a tardar" ¡Uf!
Una señora muy cerca de nosotros, se bajó del coche, para dirigirse a otro módulo donde estaban aplicando la dosis de modo peatonal a personas con comorbilidades y pedir la de su hijo con esa condición: ¡Regrésese al carro, allá se la van a poner!
Fue contundente Eloir Aspilcueta, coordinador de brigada, así se identificó al pedirle nombre y cargo.
La señora le decía que tanto el adolescente que se había retirado con la aplicación de dosis como su hijo eran personas con comorbilidades ¿cuál era la diferencia por hacerlos esperar? "Él estaba pendiente ayer que no alcanzó vacuna".
No hubo manera de obtener en ese momento la inoculación.
Regresó al carro, subieron, esperaron un rato más y hasta entonces lo vacunaron. Así nuestro jodido servicio de salud.
Primero Persona