El público tuvo una respuesta bárbara. Abarrotó el recinto del Centro Cultural José R Mijares que deseaban conocer más acerca del Trastorno del Espectro Autista.
Nos reunió la Zona Escolar de Educación Especial número 501 Coahuila. En su mayoría personal docente, psicólogos y padres de familia, estuvieron atentos de principio a fin para conocer las peculiaridades del TEA.
“Quien asegure que tiene la cura para el Autismo miente, es una condición de vida con la que se nace, se vive y se muere”, aseguré.
Estábamos en el momento de contestar dudas. Ignoro si escuchó mi charla completa, llegó a medias o casi al final pero pidió el micrófono y dijo “yo tengo la cura para el autismo” inmediatamente se escuchó ¡ah! sostenido del respetable.
Se identificó como padre de una niña con autismo curada. Enseguida sacó un envase de plástico reciclado, en su interior, un polvo color naranja intenso casi rojo, lo pasó entre el público para hacerlo llegar a un señora que recién había contado que tenía dos hijos con Autismo y requería apoyo, pues su comportamiento en la escuela era un reto.
Al día siguiente me localizó en mi celular pidiéndome que escogiera a cinco niños de Proyecto Autismo San Roberto para darles el “medicamento” que garantiza “quita” el autismo en dos horas.
-De ninguna manera puedo incidir de esa forma con los papás, le contesté, ni a mi hijo se lo daría, le dije enfática. Le hice ver que sus dichos debían tener un respaldo de investigación científica, que buscara acreditación por esa vía, ‘hoy tengo una cita con el secretario de salud en el estado’, qué bueno, exclamé.
Por esto, nos interesa empoderar a los papás con información suficiente, oportuna y actualizada para que sean ellos quienes tomen decisiones de acuerdo a sus necesidades.
En medio de las complicadas y difíciles circunstancias cotidianas, nos vuelven presa fácil no solo de nuestros pensamientos más perversos sino de las “buenas” intenciones que aquel o aquellos que nos quieren aligerar el camino.
Aunque pensándolo dos veces, no estaría nada mal una cura que acabe de tajo con esa “enfermedad” que cala, extermina y carcome: la discriminación. Me avisan. PrimeroPersona.