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La erótica en la poesía de Efraín Bartolomé

  • El sexódromo
  • La erótica en la poesía de Efraín Bartolomé
  • Verónica Maza Bustamante

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En 1994, mi amigo Ilya de Gortari me regaló un libro titulado Agua Lustral. Poesía, 1982-1987, diciéndome que tenía que leerlo, porque creía que podía tocarme algunas fibras. Su autor es Efraín Bartolomé, un poeta de Chiapas, tierra de mi padre con la que he tenido una cercanía amorosa, cultural y gastronómica. El entrañable promotor cultural tenía razón, pues el ejemplar, editado ese año por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes que integra cuatro títulos, Ojo de jaguar, Ciudad bajo el relámpago, Música solar y Cuadernos contra el ángel, es una delicia, una ensoñación, una confidencia y una complicidad como la que solo los buenos poetas saben generar en sus lectores.

Con Efraín aprendí que, como dice Juan Domingo Argüelles en la introducción del ejemplar, el erotismo puede ser un festín de la palabra y los sentidos. Hoy comprendo que hay un aporte a través de la obra poética de Bartolomé en mi manera de ver el placer que se convertiría en una profesión para mí. También supe, leyéndolo, que hay dolores inabarcables pero que son parte, aunque no nos guste la idea, de la experiencia humana, y que depende de cada uno si los convertimos en dolores o los transformamos en algo hermoso como los poemas del nacido en Ocosingo.

La verdadera poesía está hecha de vida, dice Juan Domingo, y la de Bartolomé está marcada por una serie de circunstancias que el poeta ha buscado más otras tantas que llegaron al comprar ese boleto que llamamos vida.

Yo leía: “Tú me conoces:/ solo el lirio es capaz de ahogar el agua/ Tú me conoces/ soy la feliz fatiga de mi fruto/ amo y amo y amo/ y el alma se adelgaza hasta la flama/ amo y amo/ hasta que el alma lame lumbre/ y amo/ hasta el alma del hambre/ hasta que el alma alumbre/ hasta que el alma herrumbe/ los alambres del hombre”, y me lanzaba sin pensarlo dos veces a la experiencia de amar como si no tuviera límite, explotando todos mis sentidos, creyendo, desde entonces, que el amor y el deseo, la excitación y la ilusión, el sentir y el hacer debían ser parte de mi práctica cotidiana, de mi forma de vida, de mi quehacer en este mundo raro cuyo sentido buscaba a mis 23 años de edad.

Hoy que tengo 48 años y he habitado el mundo de la mejor manera que he podido, tecleo esta columna en una habitación de la casa de Efraín Bartolomé, a quien conocí en persona apenas ayer en Tuxtla Gutiérrez, y siento que lo conozco de toda la vida. La poesía es una de las expresiones más sublimes del ser humano, y cuando involucra esa otra cuestión exquisita del acto de vivir, que es la pasión, entonces se vuelve un enorme regalo, como el que hoy he recibido a través de la entrañable presencia de mi nuevo amigo y su compañera, Guadalupe Belmontes, par de seres luminosos a quienes recibo en mi interior para no dejarlos escapar jamás, porque hay apegos que uno puede darse el lujo de vivir sin remordimiento alguno. 

***

De Música solar y Música lunar

Desde el más personal de todos los silencios

tu vestido desciende

para aclarar el mundo

Cubres de sol mi piel

Propagas en mis muslos el motín de la carne

Mis párpados se cierran

Siento tu tacto hundiéndose

buscando suaves luces

piel adentro

-------

Te contemplo desnuda

Soy

un cuchillo redondo

que te apunta

Se iluminan los cuadros

Los más lejanos soles resplandecen:

tus muslos lentos se abren.

No existe un solo pensamiento

Solo la claridad que nos habita

--------------

Por las calles vacías sigo tu auto

La madrugada arrastra su cabellera larga

Vengo de estar en ti

Con cada fibra muscular bebí tu cuerpo

Fui por el túnel del deslumbramiento

como el que va cayendo en sueños

Vengo de ahí

De los labios donde una herida roja

bebió la vida en otra.

---------------

A veces se aparece la Luna por su cuerpo

Asoma por sus ojos un fulgor musical

Se enredan rayos lánguidos en su cruel cabellera

y por su sangre asciende una marea animal

Sus altos pechos brillan

Sus caderas afirman su redondez frutal

En sus labios destella la humedad de la Diosa

Sobre sus hombros cae la suave luz lunar

Y la yegua relincha

y el ambiente se entibia

Y hay un licor de Luna bajo la noche forestal.


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@draverotika

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