Pareciera que los seres humanos y el mundo en general deben clasificarse en cajas con etiquetas: blanco-negro, bueno-malo, correcto-incorrecto, positivo-negativo, pero lo cierto es que la diversidad es, en realidad, lo más común que hay, aunque no lo veamos así.
Podemos decir que todos somos únicos e irrepetibles, lo cual significa que no hay dos personas en el planeta que quieran lo mismo, se exciten de igual manera, vivan el amor de forma idéntica. La manera en que cada uno conforme su vivencia sexual será algo individual. No deberíamos tener motivos para marcar diferencias o segregar.
No siempre se logra entender esa posibilidad de ser diferentes e, incluso, de ir cambiando a lo largo de la existencia nuestra percepción de nosotros mismos y de aquellos a quienes deseamos o de quienes nos enamoramos. Igualmente de la manera en que nos mostramos ante los demás, como nos sentimos cómodos con nosotros mismos. Por ello con cierta frecuencia se actualizan los términos o surgen nuevos.
Hoy en día entendemos los géneros binarios como el masculino y el femenino. No obstante, hay muchas personas que no se definen de un lado ni del otro, habiendo infinitos matices. A ellas se les cataloga como “no binarios”; en algunos casos es más visible que en otros la forma en que expresan quienes son.
Ciertas posibilidades que se han registrado son ser bigénero, andrógino, neutro, intergénero, pangénero, transgénero y género fluido. Este último es aquel que no se identifica con una sola identidad de género, por lo que el individuo puede vivir por días, meses o años como mujer y al algún momento vivirse como hombre. También una mezcla de ambos (pienso en Conchita Wurst, el personaje creado por el cantante austriaco Thomas Neuwirth).
Aunque podría relacionarse directamente con el transgénero o incluso con la bisexualidad, el sexo fluido es completamente diferente. Me gusta el ejemplo que aparece en la Wikipedia, relacionado con los nativos norteamericanos, quienes usan el término “dos espíritus” para describir a personas no binarias: “De hecho, es una identidad sagrada y espiritual, reconocida y confirmada por los ancianos de la comunidad ceremonial de los Dos Espíritus (Elders of the Two Spirit’s Ceremonial Community). Los roles de los que tradicionalmente se ocupan las personas identificadas como dos espíritus incluyen hacer trabajos y usar vestimenta asociada tanto a hombres como a mujeres”.
En 2007 el término “genderfluid” entró al Urban Dictionary, donde lo definen como “una mezcla dinámica de hombre y mujer” que puede vivirse siempre de forma combinada o intercalarse en diferentes etapas de la vida, sin importar los genitales que se tengan o la orientación sexual”. Desde 2014, Facebook acepta al género fluido como una de las 56 posibilidades que integra para que sus usuarios se identifiquen con alguna.
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Lo que nos preguntamos las mujeres
Ariadna Pulido es sexóloga y dirige el Centro Humanista, además de aparecer en diversos programas de televisión donde habla de parejas, poliamor, erotismo y otros temas. Recientemente publicó en el sello Diana Lo que nos preguntamos las mujeres. 60 respuestas de amor, sexo y placer, libro en el que responde inquietudes de sus pacientes.
Para ella, si las mujeres no logran conectar con su sexualidad, se perderán de una parte básica de la vivencia cotidiana “Desafortunadamente nos vamos construyendo a partir de miedos: miedo a perder a la pareja, a qué dirá la sociedad o a si estaremos transgrediendo alguna creencia religiosa, y acabamos siendo incondicionales de estas ‘ideas’, pero al mismo tiempo se forma un gran vacío interno que solo nos deja una profunda tristeza”.
Entre las preguntas que responde, se encuentran: ¿cómo identifico un orgasmo?, ¿la falta de lubricación es anormal?, llevo un año sin tener sexo, ¿y si ya no me interesa?, ¿la obsesión sexual es mala?, ¿una orgía es satisfactoria?
No me gustó el uso de palabras como “enfermedades de transmisión sexual” en lugar de “infecciones de transmisión sexual”, de “pareja sentimental” (porque implica un sentimiento que no siempre está presente en el disfrute de la erótica), de “juegos sexuales previos” (todo lo que acontece antes de la penetración, como si ésta fuera necesaria para hablar de erótica), de “hacer el amor”, por poner algunos ejemplos, pero sí me pareció interesante el apartado “él y tú” en donde responde preguntas como ¿qué hago cuando él no tiene ganas?, ¿existe la violencia placentera en el sexo?, ¿y si lo hacemos en un lugar público?, ¿debo atreverme a cumplir sus fantasías sexuales?
En la tercera parte, Ariadna se enfoca en lo que llama “juegos”, y es una invitación para explorar las incontables posibilidades del placer, no únicamente de la penetración pene-vagina. Por ejemplo, habla de juguetes sexuales, de sexo tántrico, zonas erógenas, lencería, apetito sexual y seducción.
El diseño del libro es bonito, fácil de leer, así que lo veo como un primer puerto para quienes nunca se han acercado a otros títulos sobre sexualidad y placer.
@draverotika
FB: La Doctora Verótika