Uno de los motivos del viaje a Europa de la esposa del presidente López Obrador, Beatriz Gutiérrez Müller, es conseguir piezas valiosas de la época prehispánica para exhibirlas en México el año que viene durante las celebraciones de la consumación de la Independencia. No sé si sea cierto, pero en algún lugar leí que el objetivo mayor era conseguir que el gobierno austriaco nos devolviera, o por lo menos, nos prestara el penacho de Moctezuma.
Al parecer el penacho fue uno de 158 objetos que Moctezuma envió de obsequio como signo de buena voluntad a Carlos V, de los que se hizo un cuidadoso inventario y descripción. No hay certeza de que el penacho fuera de Moctezuma, porque según la investigadora mexicana Carmen Cook, Moctezuma tenía muchísimas riquezas y tocados y no se trataba de una pieza única o irremplazable. De haber sido así, no se entendería que regalara su más preciado arreglo. Los objetos tienen vida propia y recorren caminos impredecibles.
A lo largo del tiempo el penacho cambió varias veces de lugar y de dueños, hasta que fue depositado en el Museo Etnográfico de Viena durante la segunda guerra mundial junto con otros objetos de arte de la familia tirolesa Ambrás, quienes entregaron al museo su colección para evitar el saqueo nazi.
El gobierno austriaco dice que no se apropiaron ilegalmente del penacho, ya que originalmente fue un regalo de Moctezuma a Carlos V, y está inventariado en un catálogo registrado el 5 de noviembre de 1519 por dos notarios en la Villa Rica de la Veracruz. Las dos actas originales de los notarios están una en Viena y otra en Sevilla. Los objetos llegarían a la ciudad de Bruselas y probablemente visitarían otras ciudades del inmenso imperio de Carlos V, en donde fueron expuestos y admirados por muchos personajes de la época.
El penacho se ubica formalmente en Austria a finales del siglo XVI como propiedad de la familia tirolesa Ambrás. Decían que su abuelo lo había adquirido en 1580 en un mercado y que venía guardado dentro de un tubo de cristal, por lo que pensaron que podía ser un faldón morisco. Otra versión dice que un sobrino de Carlos V , Fernando, Conde de Tirol, heredó el penacho en 1563 junto con otras piezas de la colección mexicana y que permanecería durante dos siglos en una vitrina de la familia. En 1878 el naturalista Ferdinand Von Hochstetter lo descubrió arrumbado en una vitrina del palacio de Belverdere en Viena. El mismo realizó la primera restauración. Le faltaban muchas piezas de oro que sustituyó con bronce, y había perdido muchas de las plumas originales a causa del tiempo y la polilla, así que usó otras que no eran de aves mexicanas, excepto la del quetzal. Otras restauraciones y el cuidado que se le dio a lo largo de los siglos evitó que se desmoronara por completo.
La identificación del penacho, cuyo nombre original es quetzalapanecáyotl, fue hecho por la antropóloga norteamericana Zelia Neuttal. Es un espectacular tocado de plumas de quetzal engarzadas en oro, obra de los amantecas, artistas mexicas especialistas en la creación de objetos con plumas y que usaban los grandes guerreros o gobernantes. Tiene una altura de 1.30 metros y un diámetro de 1.78 metros. Originalmente tenía 1544 piezas de oro. El centro del penacho está hecho con plumas azules de ave xiuh totol y tejuelos de oro. Y está rematado por las espectaculares plumas de quetzal. A pesar de que está muy deteriorado, el valor estimado por el gobierno austriaco es de 50 millones de dólares.
Ya en este siglo, de 2010 a 2012, la Comisión Binacional Académica México-Austria, que estudió y restauró el penacho, ha decidido renombrar este tesoro azteca cono Penacho del México Antiguo, ya que no está científicamente comprobado que haya pertenecido a Moctezuma II. La última restauración le garantiza 500 años de vida adicionales.
La última investigación realizada determinó que el penacho no puede ser movido debido a que las vibraciones podrían causar daños irreparables a sus materiales orgánicos. Hasta 2010 se mantuvo en una posición de 90°. En la actualidad está inclinado a 22.5° y protegido por una vitrina a prueba de vibraciones.
En el Museo de Antropología e Historia existe una perfecta réplica del penacho realizada por el amanteca mexicano Francisco Moctezuma.
Una herencia viva y deslumbrante del frágil objeto que hoy yace en Viena.