El pasado 5 de septiembre, el Fiscal General de Estados Unidos, Jeff Sessions dio a conocer la lamentable y deliberada decisión del Presidente Trump de terminar con el programa de la Acción Diferida (DACA), que otorga a las y los jóvenes inmigrantes indocumentados que llegaron siendo niños a los Estados Unidos protección, estudios, permisos para trabajar, licencias de conducir y un número de seguridad social. Aproximadamente 800,000 dreamers, hoy tienen 25 años de edad promedio y tenían 6 cuando llegaron a Estados Unidos con sus padres.
Esta decisión es especialmente alarmante, dado que los jóvenes se presentaron declarándose públicamente como indocumentados y confiando su futuro a la clase política; ahora el Congreso estadunidense, es quien tiene la difícil tarea de resolver, y hacer política nacional para ofrecer a estos jóvenes un camino hacia la legalización. Uno de los proyectos que tiene el Congreso es otorgar la residencia permanente a estos jóvenes. Sin embargo; el Presidente Trump ha optado por expulsar a esta talentosa generación. A partir de esta fecha, con esta decisión no se procesarán nuevas solicitudes para DACA, ni un inmigrante estará protegido por el programa y no podrá acogerse al mismo.
La decisión del Presidente Trump de revocar DACA es una grave agresión más de parte de esta administración en contra de las y los inmigrantes. Órdenes ejecutivas anti-inmigrantes, caracterizada por ser racial, apoyada por el estado. Estas políticas terminan degradando las condiciones de vida de todas y todos los inmigrantes en los Estados Unidos, ya que crea un efecto apabullante de injusticias, incluyendo abusos de discriminación, xenofobia, exclusión social y laboral.
Esta decisión tomará un tono ríspido en la política interna de Estados Unidos y en la política exterior, ya que esta decisión y otras, (desde mi punto de vista) se toma un tanto deliberada sin tomar en cuenta datos históricos, contextos, vulnerabilidades, personas.
Considero que el Presidente Trump debe dejar de actuar deliberadamente y dejar de lado su política y discurso que sólo incrementan el odio, rechazo, desprecio, miedo, desesperanza y tristeza.