De acuerdo a la Secretaría de Gobernación, “La inclusión del punto de vista de la sociedad en las acciones del gobierno es pieza fundamental en (para) la democracia”. Esta inclusión de la sociedad civil nos permitiría, eventualmente, generar condiciones de auténtica gobernanza.
Entendiendo a la Gobernanza como la capacidad y acción ciudadana en la toma de decisiones y/o políticas públicas aplicadas a su territorio y comunidad. Y que le permite al ciudadano, incidir de manera directa en los procesos y resultados derivados de esta capacidad.
Recordando que de acuerdo a Amrtya Sen, un gobierno debe ser juzgado en relación directa con la generación de estas capacidades ciudadanas. Sin embargo, la participación ciudadana no debe de ser institucionalizada en el sentido del control y gestión desde las instituciones de gobierno.
Si bien, resultan necesarios los apoyos para su promoción y crecimiento, ya sea través de infraestructura y recursos humanos, de equipamiento y hasta económicos; la creación y alojamiento de la participación ciudadana en instituciones de gobierno es un contrasentido e incongruencia de causa eficiente.
Al momento de institucionalizarla, se tiende a su control. Y en seguida, a la imposición de tendencias y sesgos en favor de grupos políticos afines al gobierno en turno.
Es por ello que, la participación ciudadana es una asunto que debe ser gestionado desde aquellos que estamos a cargo de la formación y configuración de capacidades relacionadas con la creación de conciencia relativa a los medios y modos que tenemos como sociedad para construir la estructura de convivencia civilizada que demanda nuestro estamento cultural. Maestros, Padres de Familia y Mentores en general, principalmente.
Todos recordamos a Mafalda, la niña de la tiras cómicas del genial Quino (Joaquín Salvador Lavado), que, desde su inteligencia social y aguda visión del mundo, nos da lecciones de congruencia y sagacidad para dilucidar los entuertos en los que un día sí y otro también, se encuentra metida la sociedad moderna de su entorno y contexto.
Mafalda, desde una postura siempre crítica y sin cortapisas, cuestiona el statu quo y pone en evidencia el hecho de que somos los individuos libres quienes podemos y debemos tomar la responsabilidad de educar, en términos de conducción y generación de capacidad de análisis, a la gente en derredor nuestro; en temas relacionados con la democracia, la política y el activismo en defensa de nuestros derechos, y en la promoción de la equidad y en el fomento a la solidaridad en todas su acepciones.
En la escalera de la participación, propuesta por Sherry Arnstein a finales de en los años sesentas, para evaluar los distintos grados de participación ciudadana; queda claro que, en medida que logremos fortalecer la participación de la sociedad civil en temas de políticas públicas para desplazar la incidencia del gobierno como controlador y promotor de “tokenismo”, habremos de caminar hacia el verdadero empoderamiento del ciudadano.
En nuestro contexto inmediato y de acuerdo a necesidades actuales, resulta pertinente y más que necesario entonces, la construcción de más Mafaldas y menos Margaritas.