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Pérdidas históricas

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Los científicos conducen experimentos bajo entornos controlados; seleccionan las variables a estudiar; repiten los procesos y permiten a sus colegas hacerlo. Cuando se trata de hacer predicciones sobre lo que sucederá en la economía, los economistas no tienen esa ventaja. Podrán hacer modelos sofisticados, correr regresiones y hacer supuestos, pero jamás tendrán bajo control todas las condiciones que afectarán el comportamiento de lo que desean analizar. Tienen, sin embargo, experiencias, ejemplos sobre lo sucedido en otros momentos y en otros lugares que les permitirá acercarse a algo parecido a un pronóstico.

La crisis actual, más allá de la sanitaria, estaría enfocada en la pérdida de empleo. Los datos llegaron con la Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo que levantó el INEGI. Más allá de la tasa de desocupación, usada normalmente como primer acercamiento al mercado laboral, lo que llama la atención es la reducción en 12 millones de la Población Económicamente Activa. Para que las cuentas nacionales ubiquen a una persona dentro de este grupo es necesario ser mayor de 15 años y tener un vínculo con alguna actividad económica o buscar tenerlo. Así, la PEA se divide entre ocupados y desocupados. La disminución de la PEA es una foto muy nítida de la situación del mercado laboral. El número de ocupados —quienes ya tienen un empleo— se redujo en 12.5 millones de personas en solo un mes. Algunos se incorporaron a las filas de los desocupados —es necesario estar buscando activamente un empleo para estar en este rubro— pero la mayoría dejó de buscar y al dejarlo de hacer pasaron a formar parte de la población no activa en el grupo de los disponibles. Más de 20 millones de personas se encontraban ahí en abril, veinte millones de personas que querrían un empleo pero consideran su contratación imposible.

Nunca se habían visto cifras así. Ni desde que se lleva la estadística de empleos formales a través de los registros del IMSS o las encuestas hechas por el INEGI. En las crisis más recientes que ha vivido México, la de 1995 o 2009 la población activa no se redujo. En la presente coyuntura, el llamado de las autoridades para quedarse en casa implicaba, como ya se había visto en países que iban más adelante que nosotros en la pandemia, el cierre de gran parte de la actividad productiva. Sabiendo esto otras naciones echaron a andar maquinarias de apoyo fiscal para subsanar la pérdida de empleo que tendría lugar.

El Banco Mundial presentó su informe trimestral de perspectivas económicas globales. Pronostica una caída para la economía global de -5.2%. En el caso de México, la caída esperada es -7.5%. De cumplirse ese pronóstico, el mundo enfrentaría su mayor caída desde finales de la Segunda Guerra Mundial. Desde el año pasado, meses antes de la aparición del nuevo coronavirus y sin ninguna crisis global, México había estado sufriendo caídas en las diferentes variables económicas que nos remontaban al 2009. Eso quedó atrás. El covid-19 y la respuesta que el país ha tenido —o no— para enfrentar su devastación han llevado a que la referencia sea otra. Los referentes son ahora las guerras mundiales o a la Gran Depresión y la debacle en la producción de México en 1932. Será un año que nos marcará a todos.

@ValeriaMoy

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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