Sin ser palabras homófonas, ‘refundar’ y ‘refundir’ suenan casi igual. A la primera, el Diccionario de la Real Academia de la lengua le da dos acepciones: “volver a fundar algo” y “revisar la marcha de una entidad o institución, para hacerla volver a sus principios originales o para adaptar estos a los nuevos tiempos”, y a la segunda, siete, que van de “volver a fundir o liquidar los metales” a la que me interesa resaltar aquí, “encarcelar”, y aclara: “meter en la cárcel”, que fue el significado que desde niño aprendí en frase tan lacónicas, que escuché muchas veces a la gente mayor a propósito de alguno que lo merecía: “¡Que lo renfundan!”
Hace medio año, a mediados de marzo de 2019, la Benemérita Sociedad de Geografía Estadística, la más antigua de las corporaciones científicas del México independiente (1833), fue emplazada a “dialogar sobre el proyecto de Refundación del Estado”, a tenor de la iniciativa que en su tiempo lanzó el candidato a la gubernatura de Jalisco que hoy se desempeña como responsable de esa tarea, Enrique Alfaro Ramírez, “para crear un Constituyente que permita a Jalisco una nueva Constitución, con la que se logren los objetivos de mejorar el Estado de Derecho y de las condiciones políticas, económicas y sociales de los jaliscienses”.
La invitación fue, pues, presentar al Ejecutivo estatal elementos gracias a los cuales se pueda forjar un “un acuerdo político-jurídico que permita reconocer al ser humano, sus inclinaciones y aspiraciones naturales” a partir menos “de una moralidad temporal y efímera” que de “una eticidad absoluta y permanente”, según lo expresó uno de los comisionados para atender esa propuesta, el jurisperito Eduardo Velasco Briseño.
La institución cumplió su tarea, consiente de tener ante sí la oportunidad única de colaborar a un proyecto en una coyuntura del todo propicia: haber sido lo que hoy es Jalisco en dos momentos clave para la historia de México su cuna desde las bases de la legalidad: el 14 de junio de 1821, cuando se firmó en su Real Palacio el Acta de la Independencia del trono español de lo que se denominara el Reino de la Nueva Galicia y muy cerca de esa fecha y en el mismo lugar dos años después, el 16 de junio de 1823, haberse firmado del decreto por el que se creó el Estado Libre y Soberano de Xalisco, documento compuesto por José de Jesús Huerta Leal, párroco de Atotonilco el Alto, y al que se adhirió el capitán general y jefe político superior de la Provincia Luis Quintanar y sus vocales, entre ellos el párroco de Zapopan, Juan Cayetano Gómez de Portugal no menos que los comisionados del Ayuntamiento de Guadalajara agregados a esa corporación. Recuperar el paso de esa andadura es un acto de justicia por partida doble: de gratitud a quienes lo hicieron posible y de infracción enérgica a los transgresores del orden jurídico.