El 20 de junio del 2019, un día antes de cumplirse 90 años de los ‘arreglos’ cupulares entre el Presidente interino de México Emilio Portes Gil y los representantes del episcopado mexicano y de la Santa Sede en este suelo, Leopoldo Ruiz y Flores y Pascual Díaz Barreto, para poner precipitado fin a la Guerra Cristera sin tomar en cuenta a los dirigentes de ese movimiento, que comenzó el 15 de agosto de 1926, se formalizó a partir del 1º de enero de 1927 y se sostuvo en pie de lucha los dos y medio siguientes años, lapso durante el cual y a consecuencia de ello perdieron la vida unos 250 000 de los 15 millones de habitantes del país, deja de existir, por causas naturales, en su domicilio particular de la ciudad donde vivía desde hace 75 años, el escritor y periodista zacatecano Luis Sandoval Godoy (El Teúl, 1927).
Es pertinente mencionar esta circunstancia porque no poco de la producción escrita de Sandoval Godoy en 70 libros publicados versa, precisamente, sobre la Cristiada, tema con el que se involucró tanto por circunstancias cronológicas como emocionales, toda vez que su infancia discurrió precisamente en la fase más descarnada de la persecución religiosa en México, la década que va de 1929 al 39.
Luis Sandoval era el último representante de un linaje que se forjó en el Seminario Conciliar de Guadalajara en el tiempo en que una interpretación arbitraria de la ley suprema prohibía la existencia de estos planteles, situación absurda, nos parece ahora, siendo así que el ordenamiento únicamente negaba la validez de los estudios cursados en esas aulas, no el funcionamiento de las mismas.
De tal linaje formaron parte, entre 1914 y 40, figuras capitales para las letras en Jalisco, como Agustín Yáñez, Juan Rulfo, Adalberto Navarro Sánchez, Arturo Rivas Sainz y Benjamín Sánchez Espinoza, discípulos que fueron, salvo el primero, de presbíteros tan empapados en el campo literario: el latinista supremo Rafael Dávalos Mora, el cervantista José de Jesús Navarro, el erudito Manuel de la Cueva y el versátil orador José Ruiz Medrano.
A su salida del plantel levítico y con la formación literaria que allí recibió, Sandoval Godoy desbrozó su talento en la liza periodística de entonces (El Occidental, La Época y El Informador) y aún de la revista mensual La Labor, y tuvo a su cargo una palestra que sirvió a muchos para despejar el horizonte cultural de la capital de Jalisco, el suplemento cultural del último de los rotativos mencionados.
Al campo al que aludimos, la Guerra Cristera y sus secuelas, dedicó las antologías de textos breves, casi todos publicados en El Informador: Inéditos de la Cristiada y A´i viene la bola…, las biografías San Cristóbal Magallanes, San Agustín Caloca, Por el Signo de la Cruz, Señas de San José Isabel Flores y Glorificados en Cristo y las novelas El último cristero y La Sangre llegó hasta el río, con los recuerdos de la cristera Jovita Valdovinos.
Fue, pues, pionero y cultivador de un tema hasta el presente desdeñado por la historiografía oficial, pero de importancia crucial para entender el México profundo. Su copiosa bibliografía está disponible en el página web luissandovalgodoy.wordpress.com.