Cultura

La libertad de expresión en México al filo de la navaja: El juicio de Sergio Aguayo

  • Vesperal
  • La libertad de expresión en México al filo de la navaja: El juicio de Sergio Aguayo
  • Tomás de Híjar Ornelas

Enterándonos ahora que Francisco José Huber Olea, magistrado de la Sexta Sala Civil del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México, se excusa de seguir frente a la causa que en contra del académico Sergio Aguayo promueve Humberto Moreira por “daño moral”, a raíz de un artículo periodístico del 2016 en el que Aguayo denuncia al quejoso porque el ejercicio de su función pública despide “hedor corrupto”, no sabemos si reír o llorar.

En cualquier caso, da mucha pena que el magistrado arguya odio en su contra por parte de Aguayo por haber éste afirmado que la sentencia del juez criminaliza la libertad de expresión, y es que además de cinismo, ¿qué otra cosa es haberle aquel condenado a pagar 10 millones de pesos sin recusarse de conocer la causa no obstante que Rubén Moreira, hermano de Humberto, siendo Gobernador de Coahuila hizo notario público a Jean Paul Olea, hermano del juzgador?

Sergio Aguayo Quezada, jalisciense del municipio de Ayotlán (La Rivera de Guadalupe, 1947), es una perla que se pulió fuera de y gracias a no haberse anclado en su patria chica. Desde niño vivió en Guadalajara, en lo que antes fue un pueblo de indios y luego un barrio bravo, San Andrés Tlaquepaque (es su nombre original), donde conoció desde las vísceras –pues tomó parte en ello–, los movimientos sociales disidentes de la séptima década del siglo pasado, ferozmente reprimidos por el régimen de Luis Echeverría Álvarez.

A buena edad emigró a la Ciudad de México, llevando consigo un rico bagaje de dolor y muerte que ya con bases académicas convirtió en análisis político, promoción, reconocimiento y defensa de los derechos humanos y participación democrática.

Si es delito entregarse en cuerpo y alma a recorrer un camino ingrato y sinuoso sin tomar atajos, que es como decir, sin recibir ni esperar las migajas de los encumbrados a cambio de silencio, tal es el caso de Sergio Aguayo.

Su participación social y pública desde la trinchera del periodismo sin línea, la investigación y la escritura, le han granjeado una autoridad moral indiscutible que es su mejor defensa y está a disposición de todos en el sitio web.

En lo tocante al tema de la seguridad nacional en México, se ha dedicado a exhibir las corruptelas de quienes desde el gobierno han medrado en el oficio y lo ha hecho no sólo desde el escritorio, sino también con el trabajo de campo y generando procesos en las comunidades como un líder social y de opinión en sentido pleno.

Botón de ello son libros de lectura obligada tales como La Charola: Una historia de los servicios de inteligencia en México (2001), Diagnóstico sobre la situación de los Derechos Humanos en México (2003), Vuelta en U. Guía para reactivar la democracia estancada (2010), Remolino. El México de la sociedad organizada, los poderes fácticos y Enrique Peña Nieto (2014) y De Tlatelolco a Ayotzinapa. Las violencias del estado (2015).

La verdad, aunque duela ¿No? 

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