Cultura

Faro y brújula de la grandeza de Jalisco

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  • Faro y brújula de la grandeza de Jalisco
  • Tomás de Híjar Ornelas

Ve la luz esta columna en el aniversario 320 del nacimiento del benefactor supremo de Jalisco y su extensa comarca, Fray Antonio Alcalde, quien vino al mundo en Cigales, cerca de Valladolid, España, el 14 de marzo de 1701, pero también en el año en que se cumplirán 250 de su arribo a esta capital. Comienza así la cuenta regresiva para una meta no menor a la que se echó a cuestas, ya septuagenario, el Fraile de la Calavera durante los 21 años de gestión en su último destino.

Siendo idéntica la cantidad de tiempo que falta para que Guadalajara cumpla medio Notivox y 250 del deceso de quien hizo de esta capital una casa común y un taller de humanismo y humanitarismo, la develación del mural de Jorge Monroy en el vestíbulo de la Cámara de Comercio tapatía y la reedición actualizada del libro ‘Noticias del Fraile de la Calavera. Antonio Alcalde y Barriga en Guadalajara’, de Laura Castro Golarte, el 11 de marzo que acaba de pasar, a modo de corona de la gestión al frente de ese organismo del Ing. Xavier Orendain de Obeso, sirven de pórtico a una necesidad social imperiosa, la de renovar la capacidad fuera de serie de alguien que alcanzó la cumbre reservada a los estadistas haciendo de la congruencia su armadura, de la sobriedad su divisa y de la compasión con los desvalidos su meta.

De la cuarta parte de los diezmos que en ese lapso administró, el obispo Alcalde dispuso de unos 2500 millones de pesos de nuestros días para crear fuentes de empleo, escuelas y hospitales, dejándonos el legado gracias al cual Guadalajara y hoy también su zona metropolitana pasaron a ser lugar de acogida, cuna de emprendedores, casa común y horizonte de muy extensas fronteras.

En razón a ello el Rector General de la Universidad de Guadalajara, Ricardo Villanueva Lomelí, uno de los oradores allí presentes, dispuso que a partir del nuevo año lectivo ningún universitario ignore quién fue y qué hizo este gestor del bien común, al que presentó como visionario, innovador, confiable, empático, imaginativo, entusiasta, generoso y poseedor de una mística de profundo amor, que son el fundamento de la Universidad y de los Hospitales Civiles de Guadalajara.

Por su parte, el Secretario General de Gobierno de Jalisco, Juan Enrique Ibarra Pedroza, reconoció en el cigalés prendas tan estimables que gracias a ellas evitó la corrupción, saneó las finanzas de su administración (de 140 000 pesos en 1771 a 316 000 en 1789), fue muy honesto, capaz de rendir cuentas al que se las pidiera, de actuar siempre con transparencia y de practicar una austeridad tal como para no tomar nada para sí fuera de lo esencial.

Subrayó, finalmente, el Secretario, la relevancia que ya tiene el Paseo Fray Antonio Alcalde como detonante para devolverle a la capital de Jalisco el rango que para ella quiso “el hombre que se atrevió a imaginar y a materializar el momento más glorioso de nuestra historia”.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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