La trágica e inesperada salida de este mundo del músico, compositor y docente jalisciense Clemente Quezada Melgarejo (Temastián, 1961), acaecida en las faldas del cerro del Cuatro, en el municipio de San Pedro Tlaquepaque, este 27 de noviembre del 2019, priva a la comunidad cultural de un destacado artista, en especial a la Escuela Superior Diocesana de Música Sacra y a la Asociación Cultural ‘Domingo Lobato, de las que formaba parte.
Licenciado en Canto Gregoriano y Composición con Magisterio en Composición y en Órgano, Quezada se distinguió como concertista de muchos festivales, dando muestra en ellos de su gran dominio de obras cuyo desarrollo interpretativo es de suma complejidad, ofreciendo para el más sofisticado de los instrumentos musicales un repertorio de autores de la talla de Juan Sebastián Bach, Antonio Vivaldi, Franz Liszt, César Frank y Louis Vierne. Además, compuso obras para piano y cuerdas, sonatas, cuartetos, tres sinfonías para órgano, instrumento que dominó y al que dedicó mucha atención durante toda su vida. También orquestó los tres corales para órgano de César Frank, FWV 39, en Si menor (1890).
Lo inició en el piano el presbítero Manuel de Jesús Aréchiga y alcanzó pleno dominio de él gracias a la maestra Aurea Corona Corona; fue aventajado pupilo, en composición, de los maestros Domingo Lobato y Hermilio Hernández y de órgano del Maestro Francisco Javier Hernández Vázquez, lo que equivale a decir que cosechó lo mejor de la planta docente que gracias al P. Aréchiga alcanzó un nivel supremo. Tuvo luego muchos años para volcar él mismo, como docente de la Escuela donde se formó, su habilidad y destreza.
Fue durante muchos años organista titular del templo de San Juan de Dios, lo cual lo puso al frente de uno de los dos órganos más antiguos y valiosos de la capital de Jalisco, fabricado en París en 1892 gracias a los buenos oficios del músico y organero tapatío Francisco Godínez, pionero de la educación musical escolarizada en esta parte del mundo, y a empeños del cual se construyeron, para uso de la catedral de Guadalajara, dos órganos, el monumental, que él mismo inauguró el 18 de enero de 1893, y otro de menor capacidad para el servicio del coro catedralicio, en uso hasta 1947, fecha en la que pasó al lugar donde ahora se encuentra, aprovechando lo cual el Mtro. Quezada creó allí, en el año 2016, un festival de música que tan sólo tuvo dos ediciones, pues lo dejó en suspenso la salida de la parroquia del principal impulsor de este proceso, el presbítero Ignacio Romo González. Los herederos de Clemente Quezada tienen ahora la tarea de rescatar su legado compositivo para que se divulgue e interprete y no sufra la suerte de tantos archivos musicales, que se pierden o quedan en manos de ventajosos.