Esta semana se cumplieron 40 años desde que la cadena ABC transmitió en televisión abierta y horario familiar la cinta más aterradora que he visto en mi vida. Y aún no lo supero. Claramente nunca lo haré. Estoy hablando de The Day After, protagonizada por el gran Jason Robbards; en su momento fue vista por 100 millones de personas en su estreno en Estados Unidos. Quien les escribe, en su versión de 10 años, entre ellas.
¿Por qué es tan aterradora la cinta sobre una confrontación nuclear entre las fuerzas geopolíticas de esos tiempos? Porque a los niños nos decían que podía pasar en cualquier momento. Porque la Guerra Fría se parecía calentar cada día y porque hasta los anuncios de décadas recién pasadas, de qué hacer en caso de un ataque nuclear, nos ponían en la escuela. “Si ves una luz demasiado brillante y repentina métete abajo de tu escritorio”. Qué enorme estupidez. Para entonces ya sabíamos que estaríamos fritos si llegaba ese momento, cuando llegara ese momento. Ver el cielo e imaginar las “bombas” en camino era pasatiempo morboso. ¿Cómo no íbamos a salir dañados de eso?
¿Lo más aterrador de la cinta? Te mostraba la vida normal de la gente en un pequeño pueblo de Kansas City: niños, todos. Nadie sobreviviría. ¿Se dan cuenta del impacto para los que la vimos de pequeños? Créanme, es muy difícil espantarnos después de eso.
No digo que las nuevas generaciones no tengan sus horrores y fantasmas. Pero nada como eso a nivel colectivo. Nada como saber que la tele podría predecir nuestra propia muerte en cualquier momento. MTV nacía y nosotros pensando en el Apocalipsis. Siendo hijos y nietos de la generación que sobrevivió la Segunda Guerra Mundial esto era asunto serio. ¿Aún creen que nos deben preocupar cosas como la “corrección política extrema”? ¿Las sensibilidades absolutas? Para pensarse un poco, ¿no? Feliz aniversario, película que nos traumó 50 años antes de Oppenheimer.