Las hermanas Sierra, Rosie y Bianca Coco Casady se reencontraron en París, después de muchos años. Su biografía está salpicada en las letras de canciones y ellas mismas podrían reconstruir la historia que han querido contar a través de esos fragmentos: dos hermanas perdidas que se encuentran en lo que Baudelaire, un siglo antes, describía en El spleen de París.
El dueto grabó su primer disco en un baño parisino, porque esa acústica era lo que buscaban, y a cinco discos, han experimentado desde el juguete con los sonidos de la granja hasta ópera con rimas de hip hop.
Inclementes ante la vida errante, se cuenta que Tim, el padre de ambas, estaba encantado con las tradiciones de los nativos americanos, mientras que Tina, la madre, daba clases por los recónditos lugares de Estados Unidos. Mientras Sierra conducía por las desérticas carreteras, Bianca le disparaba a los conejos desde el asiento trasero del auto.
Ellas se han dedicado a sus propias batallas, al tratar de romper las dimensiones de lo heteropatriarcal y lo normativo: la raza, el sexo, el género y hasta la lengua y el canto; entonces se dibujan unos bigotes, se colocan una barba de vello azul, hablan francés, juegan a no ser nada, con ópera y rap en canciones que hablan de su mito construido.
Bianca dice, en un texto para NPR: "A diferencia de nuestras exploraciones más psicodélicas de los dos últimos discos, esta vez nuestras canciones tienen un toque del sur polvoriento. Llegamos a Argentina, donde terminamos las grabaciones con el ingeniero Nicolás Kalwill".
En El deseo de pintar, Baudelaire apunta: "Hay mujeres que inspiran deseos de gozarlas, pero estas infunden el deseo de morir lentamente ante sus ojos". Ellas mirarán a su público el 30 de septiembre en el Teatro Blanquita, en el DF, con disco que se estrenó ayer, Heartache City, y cuyo primer sencillo, "Lost Girls" tiene a decenas de chicas argentinas corriendo hacia la nada.
@soft_reyes