En una colaboración reciente, este columnista apuntaba el hecho de que todo gobierno debe prever los puntos neurálgicos a proteger por seguridad nacional, inmuebles, infraestructura y equipo fundamentales para mantener la integridad, estabilidad y permanencia funcional de nuestro país que deben ser especialmente resguardadas ante riesgos y amenazas externas.
A juzgar por los hechos recientes, opino, actualmente el gran peligro para la seguridad nacional puede estar dentro del sistema mismo, enraizado tanto en la ineptitud que trae el compadrazgo y nepotismo, como en la corrupción de quienes están a cargo de dichos puntos estratégicos.
Pero ayer ocurrió un hecho preocupante que viene a complementar esa idea: el lamentable contagio de Covid-19 en la persona del Presidente de la República, líder obviamente imprescindible para el funcionamiento del país y de quien cualquier afección que padezca puede cimbrar nuestra estructura.
Recordemos que, dado lo que sabemos del terrible virus, López Obrador es muy vulnerable a este considerando su edad y condición física (“tomo un coctel de medicamentos todos los días”, expresó hace ya tiempo)
Entonces, en la misma idea planteada sobre los riesgos por factores no considerados en el concepto tradicional de resguardo de la seguridad nacional, vale la pena reflexionar sobre en manos de quién se encuentra la salud de nuestro mandatario, quien también ha hecho saber que toda su confianza está, además de en los amuletos, en los consejos médicos del cuestionado subsecretario Hugo López-Gatell quien, por ejemplo, no le recomendó –o no se atrevió a hacerlo- el uso de cubrebocas ni la limitación de sus giras.
Arriesgar la salud del Presidente, o que él mismo lo haga, es absolutamente irresponsable. Si bien la ley de alguna manera prevé lo conducente en una eventual ausencia, y sin menoscabo de la importancia de los miles y miles de contagiados y fallecidos entre la población mexicana, un escenario así pondría en serios predicamentos la seguridad nacional por muchísimas razones. A ver cómo amanece el tipo de cambio con el dólar este lunes, pensando solo en un ejemplo.
En la preservación de las instalaciones –y las personas- estratégicas para el país, la ineptitud es una debilidad preocupante que ahora abunda. No olvidemos que aceptar un cargo para el cual no se es apto, es una peligrosa forma de corrupción, por ejemplo si se es director de una paraestatal productora de energía, de un sistema de transporte masivo… o médico de cabecera del máximo líder nacional.
