El estancamiento regional del campo y de la pobreza en el estado de Hidalgo es clave para analizar y entender el fondo de su atraso, lo que permite abordar el tema desde su enfoque político que desde hace varias décadas ha estado atrapado entre el abandono y la falta de estructura rural.
Pese a la buena intención electoral de los gobiernos federal y estatal, de aplicar diversos programas sociales los cuales no han sido proporcionales a los discursos de los políticos y gobiernos; por ello, los resultados de las elecciones son significativos por los gastos que invierten en los programas sociales.
El abstencionismo es el ganador principal que representa a los campesinos y comunidades indígenas, los cuales siguen siendo marginados, con ingresos insuficientes, accesos limitado a servicios básicos y de salud, baja productividad y abandono de la tierra, que les lleva a buscar la nueva esperanza en otras ciudades, aunado a esto la migración a Estados Unidos.
Según el CONEVAL, la pobreza en Hidalgo representa más del 50.4% de la población que vive en pobreza, el 11% en pobreza extrema, casi el doble del promedio nacional 7.1%.
Lo visto, es que el campo y la pobreza en Hidalgo no son prioridad del gobierno ni de los diputados y menos de los políticos, esto deja en abandono histórico el crecimiento junto con la desconexión institucional y la exclusión con los campesinos, así como la comunidad indígena.
Pese a los programas asistenciales existentes, que sólo apoyan a los pequeños y medianos agricultores, las iniciativas realizadas por el congreso local que omiten analizar y realizar los derechos, intereses y necesidades de quienes trabajan la tierra así como erradicar la pobreza del Estado de Hidalgo.
Hoy día, el gobernador Julio Menchaca Salazar transforma el estado al cumplir y llevar a cabo los programas de siembra vida y producir para el bienestar, fortaleciendo, el desarrollo del campo, dando garante para el beneficio a los campesinos y la comunidad indígena.