Después de un gran golpe de derrotas de los partidos en general, ya sea el oficial o los opositores, acompañados de la ceguera de sus dirigentes en lo que respecta a los errores cometidos dentro de esta campaña electoral del 2024, aunado a no lograr que la ciudadanía entienda y comprenda la importancia de un partido político como la base sólida que permite mantener una democracia. Después de una larga y amarga experiencia, la ciudadanía no cree en ningún partido.
Vale recordar que aunque Morena ganó, la ciudadanía no cree del todo y emite su voto crítico por los hechos respecto a una estructura electoral fallida, sumado a las divisiones generadas entre las fracciones políticas de los obradoristas.
Por otra parte, se percibe que los dirigentes del PAN, PRI y la demás oposición están perdidos en sus sueños guajiros, creyendo que lo único que requieren para seguir al frente es cambiar el nombre del partido, lo que sería suficiente para generar un ciclo nuevo al hacer política, sabiendo que el error no solamente es el nombre y el color; ya no se puede engañar a la gente al proponer tener al frente a los mismos dirigentes que sean los que participen y les represente.
Cambie lo que cambie, la crisis de los partidos seguirá en riesgo, fuera de sus principios que se establecen como base sólida de la democracia y desarrollo de la política en donde se encuentren.
Por otro lado, los partidos periféricos para todos nosotros como ciudadanos significa que las dirigencias prestaron a Morena el partido; sin embargo, están festejando el porcentaje logrado. Esta nueva imagen que buscan mostrar no les salva de la inconformidad como partido calificado que negocia y vende su imagen para tener pocos votos, para sobrevivir a su registro, y ahora se sienten al mismo nivel que los grandes, lo que la ciudadanía quiere encontrar es un partido dirigido por personajes convencidos de hacer nueva política y servir a la ciudadanía, no solo que repitan la historia de una trayectoria fallida alejada de la sociedad.
