Los ciudadanos jugaron una gran apuesta en las elecciones del pasado 6 de junio: conservar la democracia y seguir construyendo su participación por medio del voto.
Por otro lado estuvieron los partidos opositores con sus proyecciones demasiado optimistas de derrotar a Morena y su mayoría en el Congreso para combatir el estilo de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien no les había permitido ejercer su rol de debatir, mucho menos poder expresar sus iniciativas para la transformación de la política y frenar los abusos del poder.
Con estos resultados, la oposición no alcanzó totalmente su meta, sin embargo obtuvo las suficientes curules para frenar el poder de Morena y su presidente, y por esa razón, deberá negociar con ellos o con algún partido opositor, el más cercano a la perspectiva política de Andrés Manuel López Obrador.
El escenario más catastrófico de Morena es que el Partido Verde declaró su neutralidad en tomar decisiones dentro del Congreso y ha mostrado que su compromiso con Morena no es sólido, junto con las declaraciones de sus líderes de aceptar acuerdos con PAN, PRI y PRD.
Como se sabe, el Partido Verde Ecologista de México sabe venderse al mejor postor, por lo que no es difícil que se sume a la oposición para lograr la mayoría simple.
Los resultados de las elecciones, tanto federal como estatal, no han dado el gane a ninguna de las dos alianzas, sino la posibilidad de que se dé un debate en el que le sirvan a la ciudadanía, el único ganador en ese aspecto es la voluntad de la gente sabiendo que su voto vale y puede cambiar la vida democrática mexicana.
