La Navidad es el espíritu de la alternancia interna del ser humano de todo lo que ha visualizado materialmente a la reflexión real de la vida que compartimos todos los humanos, llena de discriminación, desigualdad, marginación y pobreza, debe ser un proceso interesante para la advertencia de la falta de valores.
Dando oportunidades para reaccionar ante la incertidumbre de la crisis política, económica, social y de salud que provienen de un incremento de la pobreza y de los pocos valores humanos hacia el prójimo.
La Navidad es una temporada que pega a nuestros sentimientos, que nos hace sentir la injusticia que vivimos y que alcanza a la mayor parte de nuestros prójimos.
Nos engañamos por dar regalos, pero lo que se necesita es recordar y aprender ante la historia de un gran revolucionario que dio la vida para salvar a la humanidad y revalorar muchas de las cosas que lastiman a cada uno de nosotros.
Los gobernantes si no toman como base sólida el papel que nos enseñó Cristo jamás lograrán su reto de ser un buen líder humano sino que se quedan en políticos demagógicos.
Esto le hace falta a los políticos, para que tomen el camino de liderazgo que necesita la sociedad para resolver las necesidades y luchar por lo poco aprendido de la historia de un gran luchador que murió para salvar a la humanidad de la discriminación y la desigualdad que aún vivimos.
Esperamos que no sea una época de dar para engañarnos ni de cubrir el mal que hicimos todo el año. Los políticos no solo tienen que comercializar su imagen, sino rescatar el espíritu navideño real y lograr de nuevo la confianza de la ciudadanía.
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