Cada 365 días festejamos la fecha que el sistema de consumo nos marca para hacer las compras para festejar un nuevo año, tratando de darle importancia al último día en una autocrítica del pasado, buscando corregir errores y generar una prospectiva de un mejor futuro.
Pocos logran cumplir sus promesas, tal vez por todas las crisis económicas y sociales que vivimos, muchos más reaccionamos cuando nuestros representantes que nos guían tanto en la administración pública como en decisiones legislativas, marcan caminos nuevos para avanzar en el camino de un buen desarrollo y bienestar.
La mayoría de esa gente, en lugar de tener una autocrítica del pasado y una visión a futuro como responsables de ejecutar los sueños de todos nosotros, se dedican a borrar el pasado, iniciar un año nuevo sin rumbo, con la misma costumbre, de engañar a la gente pasando por alto todos los problemas, fingiendo que están para servir.
La mayoría de nosotros, cuando comemos las 12 uvas, pensamos en doce objetivos que nos ayuden a desarrollarnos mejor, mientras ellos toman las doce uvas en una copa de vino, perdiendo la razón sobre el por qué están como representantes de la gente.
Los políticos recorren todas las fiestas para posicionarse socialmente sin tener ningún razonamiento, sin cambiar el pasado por una vida nueva que mejore el bienestar de la gente, en lugar de felicitarlos por el cumplimiento de su tarea como representantes, los vemos con esta mentalidad que nos aleja de sus partidos, de ellos, porque los vemos con intereses propios, no para ayudarnos a resolver nuestros problemas. Por eso seguimos caminando ciegamente, en un país sin rumbo.
Hace una semana festejamos el nacimiento de Jesús como un día de amor al prójimo con un espíritu muy amplio, pero también el humano aprovechó para cambiar este festejo por uno comercial, olvidando la realidad, que tenemos más de 65 millones de personas que se quedan con lágrimas y el deseo que ese día puedan tener más de una comida, que es como se han acostumbrado los pobres, al contrario, se quedan con un dolor comprimido porque no pueden compartir el sentimiento que nos enseñó Jesús con su nacimiento.
Sarkis Mikel Jeitani
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