Un día como hoy pero de hace cinco años, en la madrugada, Naasón Joaquín García se hizo cargo de la dirección de la Iglesia La Luz del Mundo. Su nombre se escuchó en todos los rincones de la Hermosa Provincia y retumbó en el corazón de los creyentes que no pudieron estar presentes en Guadalajara. Muchos de ellos, incluso sin haber presenciado la transmisión por Internet, tuvieron conocimiento que el hermano Naasón había sido llamado por Dios para el apostolado.
Durante estos cinco años, el apóstol Naasón ha llevado a la Iglesia a una nueva etapa que he denominado globalización. La presencia de la Iglesia se cuenta ya en 60 países y la feligresía crece a pasos insospechados.
Las ceremonias de bautismo (el primer paso de conversión de una persona que quiere formar parte de las filas de la Iglesia), se han multiplicado en todas las latitudes de estos 60 países y en los más de 4,000 templos que ya tiene La Luz del Mundo.
Más de mil jóvenes esperan el momento de convertirse en misioneros mientras aprenden un idioma para ir a predicar el evangelio de Cristo a nuevos países.
La estrategia diseñada por el apóstol de Jesucristo visualiza la presencia de la Iglesia en los países árabes, asiáticos y africanos en los próximos diez años, a la par que se refuerza la presencia en Europa.
Mientras tanto, los miles de creyentes que conforman la Iglesia, trabajan de la mano del apóstol: lo siguen todos los días a través de las cartas que les envía; actúan con paciencia y confianza en Dios ante la adversidad; se preparan en las universidades públicas y privadas de los países en donde se encuentran; invierten en proyectos y empresas; fomentan la paz y el respeto absoluto, entre otras acciones.
Por eso, en las principales capitales de las ciudades donde está la Iglesia, hoy se reunirán en las plazas públicas para ofrecer un concierto músico-cultural. Previamente, a las 10:00 am hora de Guadalajara, en todo el mundo se reunirán en sus templos para agradecer a Dios por estos cinco años de dirección y trabajo apostólico del hermano Naasón Joaquín García, cuyo sello distintivo ha sido la unión entre el apóstol y su Iglesia hasta su último aliento.
