No perdí la cuenta de los fallecidos, pero mi cabeza ya apunta hacia otras cuestiones. Y sí, supongo que me dirás que estoy siendo irrespetuoso con las familias que están llorando a miles de muertos, pero ¿qué quieres que haga? ¿A poco no te pasa también? Porque me queda claro que el covid es un virus que nos ha desangrado socialmente como ningún otro, y por eso mi máxima preocupación apunta a nuestra capacidad de reacción de ahora en más.
O sea, y para ser más preciso, se vienen meses donde esta pandemia reciclará la psicosis o el encierro, y dudo mucho que estemos preparados para abordar otro largo plazo de trabajos desde casa con reducción de sueldo, cerrar nuestros negocios por prohibiciones gubernamentales y otros etcéteras que son incontables.
Hoy cada rubro lo hemos adaptado según el concepto de: “Es momentáneo. Nos reactivaremos en breve”. Frase que nos repetimos para tranquilizarnos, pero vemos que avanzan los meses y la preocupación aumenta.
Un ejemplo simple: el sistema de clases en línea para nuestros hijos fue efectivo y vistoso en el corto plazo, pero improcedente para que así sea la educación de ahora en más. Solo se parchó la crisis, pero el aprendizaje es deficiente. ¿Te imaginas comenzando en línea otro ciclo escolar?
Y así, pregúntate lo mismo para los restaurantes, bares, negocios minoristas y toda la cadena de pymes que está frenada esperado un protocolo que cambia cada semana. Por eso ya no me importa que me digan que el virus se irá y prefiero saber cómo mi vida podrá volver a ser redituable durante este covid o los que vendrán.
La neta es que ya se acabó la etapa del miedo; y no porque seamos descuidados, pero (sinceramente) en este país hemos llorado miles de muertos cada sexenio y ahora, ya superado el shock inicial, lo que necesitamos es certidumbre financiera y que nos expliquen un plan sensato para que nuestras familias no colapsen.
Twitter:@santiago4kd
