Pasaron pocos días del Clásico regiomontano y otra vez me queda muy claro que el futbol y la política actúan como religiones hermanadas. Ambas movilizan multitudes irracionales y las dos son persuadidas por una cúpula mesiánica que rara vez entiende lo que necesita la raza.
Por ejemplo, este sábado y por enésima vez volví a escuchar a cientos de aficionados de Rayados enojados por un encontronazo que tuvieron con la directiva por unas banderas que les quitaron, luego que habían tardado largas horas en colocarlas en la tribuna del Clásico. Polémica que ya tiene muchos antecedentes, pero que otra vez polariza al escalafón más pasional de la afición con una directiva que dice cumplir con la ley, pero que pocas veces afloja en los momentos más sentimentales.
¿Tiene razón el club? Tal vez (legalmente) sí, pero su justificación de manual no alcanza porque en este deporte no rige el sentido común y quien no sepa lidiar con dicha complejidad siempre se topará con pared. ¿A qué me refiero? La irracionalidad del futbol es el hilo conductor de una industria que mueve miles de millones de dólares en el planeta, pero que pocos aprenden a domarla y cabalgarla.
Si entiendes a la gente, tu capital social se vuelve inagotable y difícilmente demuestres puntos vulnerables. Por el contrario, si actúas mecánicamente, quizá cumplas con todas las normas ISO existentes, pero algo te faltará. Y ese algo es lo que más pesa cuando las dificultades apremian.
Mismo caso del mundo político y por eso los cuadros proselitistas se desangrarán en Nuevo León, a pesar de tener millones de pesos listos para utilizar. ¿Ah poco creía Samuel que las redes son mágicas o que Colosio puede arrasar en Monterrey solo con su apellido? No hay barrio de la Sultana que funcione por índices o numerología. Por eso los Ildefonsos y otros "norteños chilangos" son como zombis aquí. Debes meterte y caminar como siempre lo fue. Polígono por polígono con lideresas y planes sociales con nombre y apellido. ¿Creen que en una elección gana el "mejor"? No, señor. Gana el que mejor combina dinero con sentimiento. Máxima que representan también a la industria futbolera en nuestra Sultana y que sigue cobrando los puestos de tanto directivo y candidato miope.
Es tanta la distancia real entre el pueblo y quienes toman las decisiones en la Sultana que hoy se respira un pesimismo que huele a estancamiento. Otra vez, mismo panorama que vemos en Rayados con una afición que tiene años descreída de las maromas corporativas de quienes toman las decisiones de su amado club o similar al descrédito estatal para un gobierno del "Bronco" que dilapidó el ideal independiente más ciudadano de la historia.
En resumen, futbol y política son dos mundos entrelazados que quien logre entenderlos podrá dominar el escenario del 2021 con una fórmula que perdonará hasta los peores errores.