Pasan los días y ya nos sentimos tan expertos sobre el covid-19 que opinamos de todo con la suficiencia que solo el conocimiento debiera otorgarnos. Comparamos cifras y estrategias europeas argumentando que aquí somos unos inútiles. Nuestro sistema hospitalario con respiradores ineficientes y un puñado de camas cada cien mil habitantes nos aseguran que el apocalipsis está por consumarse.
¿Quieres que le siga? Porque así te escuchas tú o la mayoría que te rodea. Y más, si le agregamos los catalizadores económicos de un panorama recesivo que es brutal. ¿Por qué buscamos constantemente culpables? El empleador pagará hasta donde pueda. Así funciona esto. Quizá muchos nos quedaremos sin trabajo porque sí, esto es una mierda que impacta en todo el mundo, pero ¿qué incentivos estamos esperando? Nunca hemos sido Canadá o las naciones nórdicas que tienen una política de bienestar social de avanzada. Y en cambio sí somos como la mayoría de países latinoamericanos cuyas finanzas federales nunca guardan siquiera una iniciativa soñadora para salvatajes a su población.
Entonces, ¿por qué nos sorprendemos ahora? Al menos yo tengo claro que nos tocó nacer en un país donde sobrevive el más apto y debo arreglármelas como pueda. Ni mis gobernantes ni mis jefes se pelearán por mí. Nunca.
Y por eso, este ejercicio diario de buscar culpables que justifiquen la desilusión contante con nuestra vida me parece demasiado tóxico. ¿Cómo salimos de esto, carajo? AMLO, Peña, Calderón, Bronco, Rodrigo y todos los demás son lo mismito. El IMSS, el Issste, los DIF y la instancia que se te ocurra siempre han tenido mil defectos.
¿Quieres que le siga? Vivimos en México, cabrones y aquí nos vamos a morir. Repito: ¿Cómo vamos a sobrevivir? La gran pregunta que merece un debate real y estaría chingón que no cayéramos cada cinco minutos en culpar a un tercero debido a nuestra incapacidad para encontrar alternativas.
Twitter: @santiago4kd