Política

Lo que revela la masacre en Huetamo, Michoacán

Marco, Heros y Marcos, todos de apellido Hernández, dejaron un día de septiembre su municipio, Xochiatipan, Hidalgo, buscando cómo sobrevivir a la pobreza que los hundía. Era el año 2008 y por un contacto llegaron a la Ciudad de México a emplearse como albañiles, donde les aseguraron que se ganaba mejor que en su pueblo.

En unas semanas más sería la celebración del Día de Muertos y los festejos del Xantolo, muy importantes en su localidad. Había que conseguir dinero extra y con esa intensión partieron. Pero ya no regresaron vivos.

El 12 de septiembre de ese año sus cadáveres, junto con los de 21 personas más, aparecieron en el paraje de La Loma, en La Marquesa, una zona boscosa del Estado de México. Los 24 cuerpos yacían sobre el pasto con las manos amarradas hacia atrás con cinta, y algunos sin camisas o con los shorts abajo.

Todos tenían el tiro de gracia. Días después las autoridades reconocieron que la mayoría habitaba en una humilde vivienda en Huixquilucan, una zona en las afueras de la capital mexicana, que eran albañiles y fueron confundidos por un grupo criminal.

"Ellos llegaron engañados; era gente inocente... pero ya habían visto caras", declaró Óscar García Montoya, alias "La Mano con Ojos", frente a cámaras de la Policía Federal (PFP) después de su detención en el 2011.

La escena de los cuerpos estuvo presente en las principales notas de periódicos, noticieros, y programas de radio. Fue un escándalo nacional. Se pronunciaron autoridades, oposición, voces líderes de opinión.

Este sábado 23 de mayo, en Huetamo, Michoacán, aparecieron 12 restos sobre una camioneta en el tramo de la carretera que viene desde Altamirano, Guerrero. No se han identificado a las víctimas. La nota apareció en algunos de los espacios prioritarios en los portales de noticias por unas horas, pero no llegó a la conversación en redes, ni a que se diera un pronunciamiento importante de parte de autoridades. Es decir, la normalización de la violencia, y más aún en tiempos de pandemia donde la agenda está en otros temas, parece haber llegado para quedarse en México.

Esta zona de Michoacán, limítrofe con Guerrero, lleva meses padeciendo la violencia. Se le atribuye al Cártel de Jalisco Nueva Generación, la Nueva Familia Michoacana y su brazo, los Viagras. Pero, insisto, no parece ser un tema que esté permeando en la conversación ni en las prioridades, no sólo institucionales, sino del ciudadano común. Ver una noticia de una masacre así parece que ya no nos causa nada.

Lo que sí es que de inmediato el gobierno de Michaocán se apresuró en filtrar que muy probablemente los muertos venían del estado vecino, Guerrero, y que sólo los fueron a tirar ahí, intentando exculparse y minimizar la tragedia.

Las regiones que abarcan los límites de ambos estados tienen tiempo en disputa, y recientemente vive una ola de violencia bañada por una especie de "venganza" entre rivales, que secuestran a presuntos miembros de bandas contrarias para luego exhibirlos en videos y matarlos. Primero los de un bando, luego los del otro. La masacre de este sábado podría ser una escalada más de esas venganzas.

Esta noticia, de un sábado rojo en Huetamo, revela lo que sucede ahí pero también lo que sucede en México y nuestra realidad donde una matanza parece ya no ser motivo de escándalo, protestas, conversación. Donde parece que ya nada es extraordinario.

SANDRA ROMANDÍA, periodista de investigación. Coautora de Narco CDMX (2019) editorial Grijalbo; y Los 12 Mexicanos más pobres (2016) editorial Planeta.

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Sandra Romandía
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